LITURGIA Enero 28 Lección primera en el aprendizaje de «pescar hombres»

Hace ocho días iniciamos nuestra lectura del relato del evangelio según San Marcos, la actividad evangelizadora de Jesús descubriéndonos la cercanía del Reino de Dios…
El episodio del evangelio de hoy presenta la primera lección de Jesús en el aprendizaje de ‘pescar hombres’; la narración de esta primera lección del magisterio de Jesús está enmarcada (al principio y al final) por la apreciación de su ‘enseñanza con autoridad’. Al inicio los congregados en la sinagoga de Cafarnaúm resaltan el estilo de Jesús frente al de ‘sus’ maestros para acentuar que Jesús ‘enseña con autoridad’; al finalizar el relato, la reacción ante la liberación del endemoniado lleva a los testigos a reconocer «una enseñanza nueva expuesta con autoridad».
En estos casos el texto griego emplea el término ‘exoysía’ para referirse al modo como el pueblo reunido en la sinagoga aprecia la enseñanza de Jesús. ‘Exoysía’ es traducido mayoritariamente en castellano como ‘poder’, tenemos entonces que literalmente Marcos dice que los testigos en la sinagoga reconocen estar ante una ‘enseñanza con poder’. El leccionario de la misa traduce «enseñanza expuesta con autoridad». ¿Qué relación hay entre los conceptos ‘poder’ y ‘autoridad’?
Actuar, hablar o enseñar ‘con poder’ nos hace pensar en una actuación con la fuerza del Estado o de lo institucional, entonces estaríamos ante una persona revestida o respaldada por algo o por alguien fuera de ella. Algo distinto es actuar, hablar o enseñar ‘con autoridad’; en este caso se trata de una persona en la que reconocemos en ella misma la fuerza de su actuar. Al decir que Jesús enseña con autoridad, los testigos en la sinagoga de Cafarnaúm perciben en Jesús una certeza directa e interna, reconocen un profundo sentido de la inspiración divina en su obrar.
En el episodio que comentamos, no podemos pasar por alto la dimensión de poder (‘exoysía’). La manera como está escrito el texto nos invita a reconocer que la enseñanza de Jesús no se reduce al plano de lo intelectual o meramente especulativo, sino que su palabra transforma la realidad. Con esto pasamos al episodio de la liberación del endemoniado.
Con algo de ironía, Marcos sitúa un endemoniado en medio de la reunión de la sinagoga. El texto explica que se trata de un hombre «que tenía un espíritu maligno». El espíritu ‘maligno’ caracteriza la situación de una persona fuera del ámbito divino, una persona fuera del ámbito en donde Dios actúa, es decir, fuera del Reino; lo contrario viene a ser la condición del hombre que tiene el Espíritu Santo.
Importante notar aquí la incoherencia gramatical en el parlamento de este hombre. Grita tres frases, las dos primeras están en plural («¿Qué tenemos que ver nosotros contigo? ¿Has venido a acabar con nosotros?»), la tercera frase la expresa en singular («Sé quién eres»). Esta incoherencia gramatical bien describe la situación de fractura interna, de contradicción. El espíritu maligno crea dispersión, lleva a la incoherencia.
Lo central de la escena es la intervención de Jesús, su palabra con autoridad: el espíritu maligno retuerce violentamente al hombre, gritó el hombre y quedó libre de dominio del mal. Estamos ante la primera lección en cuanto a pescar hombres: pescar hombres es sustraer a la persona del ámbito de la marginación; arrancarle al mal el hombre para hacerlo libre, pasarlo del dominio del mal al ámbito donde Dios actúa.
Esta es la primea lección en el aprendizaje para llegar a ser pescador de hombres, rescatar al ser humano de las situaciones que deshumanizan, regresar al ser humano a su ámbito propio, que es el de Dios.
En muchos casos el trabajo de la evangelización tiene que comenzar por volver a las personas al ámbito de Dios y esto más que doctrinas. En no pocas ocasionas el trabajo evangelizador de la Iglesia tiene que comenzar por ayudarle a la misma persona a reconocer su dignidad, a sensibilizarla para ser consciente del amor de Dios, fuente de vida. Ahí comienza el Reino. Así comenzó Jesús su evangelización.
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