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LITURGIA Agosto 21 La fe como una lucha intensa y permanente

18 de agosto de 2016
LITURGIA Agosto 21 La fe como una lucha intensa y permanente

El leccionario de la Misa presenta este domingo una especie de balance dentro de la actividad docente de Jesús acerca de la salvación. A continuación de la confesión de…

En la primera lectura (Isaías 66, 18-21) se proclama el mensaje con el que concluye el libro del profeta Isaías: el anuncio del retorno del pueblo de Israel después del exilio a Babilonia. La dispersión del pueblo y el retorno del mismo es ocasión para anunciar y hacer presente la salvación más allá de la comunidad de Israel porque la situación de los redimidos –sobrevivientes del exilio– es manifestación para todo el mundo de la obra de Dios y a través de la rehabilitación de los exiliados Dios está convocando a los no creyentes –extranjeros– para que participen de la salvación. 

El evangelio de la Misa de este domingo (Lucas 13, 22-30) tiene tres partes, la primera es un breve resumen de la actividad de Jesús, en la segunda Jesús revela que la salvación pide del discípulo un esfuerzo permanente para acoger la salvación, en la tercera parte, mediante una parábola el Señor profundiza la enseñanza de la segunda parte. 

El resumen con el que se abre el evangelio de hoy recuerda la actividad docente de Jesús haciendo camino hacia Jerusalén, de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo viene enseñando en qué consiste la salvación. En este itinerario hacia la Pascua que se cumplirá en Jerusalén Lucas omite toda referencia a la actividad taumatúrgica de Jesús. 

Luego de haber situado al lector en el camino a Jerusalén, el evangelista refiere la expectación de alguien por saber si participará de la salvación que Jesús viene exponiendo, probablemente se trata de uno que ha venido escuchando la enseñanza de Jesús e indirectamente desea que Jesús le confirme que él hace parte del número de los que se salvan: «¿Señor, serán pocos los que se salven?». Jesús recoge la inquietud del espontáneo y responde con la invitación a un combate permanente: «La puerta es estrecha: tienen que esforzarse por entrar». 

En esta traducción el verbo esforzarse corresponde al griego ‘agonízomai’, de la misma familia del sustantivo ‘agonía’. La invitación de Jesús consiste, entonces, en asumir una actitud de confrontación permanente que solo se resuelve con la entrega de la vida, ‘hasta el último suspiro’. 

En este punto es útil recordar que la salvación es ante todo don gratuito de Dios, sobre esta certeza el episodio del evangelio de hoy viene a recordar también que es mediante la fe como el hombre acoge este don gratuito de Dios. La escena del evangelio de este domingo ofrece una muy comprensible explicación acerca de la fe con la que el hombre se apropia de la salvación que Dios le ofrece; en el evangelio de hoy la fe del discípulo cristiano es presentada como un combate intenso y permanente que solo se resuelve cuando el creyente entregue totalmente la vida. 

Esta presentación de la fe como lucha intensa y permanente es ampliada en la historia relatada a continuación por Jesús. Muchos quieren entrar, pocos pueden entrar. La situación crítica se presenta cuando se terminó el tiempo y quienes no han entrado buscan que se abra de nuevo la puerta, en su intento acuden a los recuerdos pasados pretendiendo que con ellos el dueño de casa los ‘re-conozca’: «¡Pero si estuvimos comendo y bebiendo juntos! ¡Tú enseñaste en nuestras plazas!».

El amo insiste: «No los conozco ni sé de dónde vienen.» No ha sido suficiente haber escuchado las lecciones del Maestro, se precisa interiorizar esas enseñanzas. Queda aún algo más grave en esta sentencia de dueño de casa, que se repite dos veces, se cuestiona el origen o la fuente que hace vivir a aquellas personas, ‘no sé de dónde vienen’. El desenlace denota más severidad: «¡Lejos de aquí! ¡Todos son unos malvados!»

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