LITURGIA Abril 14Domingo de Pasión

Cerca ya de final de la Cuaresma, hoy la liturgia de la Iglesia nos propone la contemplación del misterio de la Pasión como inmediata preparación a la celebración de la…
La celebración litúrgica de este domingo tiene dos partes bien diferenciadas, la primera consiste en la conmemoración de la entrada de Jesús en Jerusalén, este recuerdo tiene un sentido alegre y triunfal, la multitud aclama al Mesías: «¡Bendito el rey que viene en nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria en las alturas» (Lucas 19, 38).
La segunda parte está centrada en la pasión, aquí es útil destacar en la lectura del relato de San Lucas el sentido de la entrega de Jesús que se actualiza para la Iglesia en la Eucaristía.
Para los discípulos de Jesús, el relato de la pasión de Jesús, que ocupa el lugar del evangelio en la misa de este domingo, es la confirmación de la invitación que Él hace a sus discípulos: «Si alguno quiere venir conmigo, renuncie a sí mismo, cargue su cruz diariamente y sígame» (Lucas 9, 23).
En la propuesta de cargar la cruz es preciso reconocer el radicalismo de la vida cristiana, pues si bien la cruz ha llegado a ser un elemento decorativo o una señal distintiva de una religión, en la época de Jesús la cruz hacía referencia a la pena capital, con la que el imperio Romano castigaba a quien se manifestara enemigo del régimen; en aquel contexto ‘cargar la cruz’ es una invitación a atreverse a ser diferente, una osada propuesta para vivir a contracorriente.
Durante esta semana oiremos en dos oportunidades la lectura de la pasión de Cristo, la primera hoy, finalizando la Cuaresma, en un contexto penitencial; la otra ocasión es en la celebración del Viernes Santo, ya dentro del Triduo pascual. El relato de la Pasión que se lee este domingo como evangelio de la misa está contextualizado dentro de la invitación a cargar la cruz diariamente; en la celebración del Viernes Santo, el relato de la Pasión según San Juan, por sus mismas características, destaca la gloria del Crucificado.
Para facilitar el acercamiento al extenso texto de la Pasión que se lee este año (Lucas 22, 14–23, 56) resulta útil abordarlo a partir de cinco partes: 1. La cena pascual de Jesús con sus discípulos; 2. El apresamiento en el Monte de los Olivos; 3. La negación de Pedro y el interrogatorio del Sanedrín; 4. El proceso ante Pilato y Herodes; y 5. La crucifixión, muerte y sepultura.
En la cena pascual que Jesús come con sus discípulos (22, 14-39a), junto al relato de institución de la Eucaristía, Lucas refiere la discusión entre los discípulos sobre el puesto de preeminencia. La enseñanza de Jesús invita a desmarcarse del modo como como los líderes del mundo emplean el poder, en este contexto el Maestro anuncia que en el seno de la comunidad cristiana tiene que comenzar a manifestarse el Reino definitivo.
En la segunda parte, el apresamiento en el monte de los Olivos (22, 39b-53), Lucas, a diferencia de Mateo y de Marcos, no habla del desfallecimiento de Jesús ni de la huida de los discípulos, con ello en el cuadro se destaca la oración de Jesús, que tiene como contenido su entrega para que el Padre del cielo realice su proyecto. La aceptación por parte del Padre se manifiesta con el envío de un ángel para darle fuerzas a Jesús, así este episodio resulta siendo la preparación inminente para el combate que Jesús está a punto de dar. En esta parte de la pasión Jesús aparece como dueño de la situación, llama por su nombre al traidor y no permite que este lo bese.
En un nuevo escenario ‒la casa del sumo sacerdote‒ ocurre la negación de Pedro y el interrogatorio del Sanedrín (22, 54-71). Los sucesos narrados en esta tercera parte están ambientados en la oscuridad de la noche. Pedro niega en tres oportunidades tener que ver con Jesús, entonces es la mirada del Maestro que, como luz, hace tomar conciencia al discípulo de su situación. También en
esta noche se dan los ultrajes y las burlas al profetismo de Jesús por parte de los judíos, pero cuando se hace de día el Sanedrín interroga a Jesús sobre su identidad como Mesías y como Hijo de Dios. En esta tercera parte se manifiesta la tranquilidad humana de quien es inocente.
La cuarta parte (23, 1-25) se abre con la entrega a Pilato, ahora se acusa a Jesús de soliviantar al pueblo contra el Imperio, el representante de Roma dice de la inocencia de Jesús y lo envía a Herodes para evitar conflicto con los judíos. Herodes confirma la declaración de inocencia de Jesús que ya había reconocido Pilato.
La quinta parte refiere la crucifixión, muerte y sepultura (23, 26-56). En el camino con la cruz Jesús no va solo, lo acompaña un gentío entre los que el narrador destaca un grupo de mujeres, luego de la muerte destaca también que esta multitud regresa a sus casas dándose golpes de pecho (v 48). En esta parte el relato de Lucas ofrece cuatro frases de Jesús, la primera dirigida a las mujeres que, conmovidas, lo van siguiendo, la segunda para interceder por quienes lo torturan, la tercera abriendo el paraíso al buen ladrón y la cuarta manifestando la confianza en el Padre. Estas frases ayudan a reconocer el sentido de la Pasión en el evangelio según San Lucas
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