La pasión y la muerte de Jesús en la cruz no fue un hecho aislado, sino consecuencia y síntesis de su vida y de su misión en la tierra.
Una vida que fue amar y servir; ser pobre para que nosotros fuéramos ricos. Nunca temió llegar hasta las últimas consecuencias por anunciar un mundo nuevo: el “Reino de Dios”, el reino del amor. Creyó y fue fiel al Padre hasta la muerte en la cruz. Todo eso, y mucho más, así fue la vida de Jesús.
Contemplemos, pues, a Jesús crucificado, despojado de todo: De su dignidad, de sus vestiduras, de su reputación, de toda credibilidad, pues no se bajó de la cruz, como se lo pidieron.
Ante Pilato Jesús no se defendió de las múltiples acusaciones que le hicieron. ¿Qué es lo que has hecho? le preguntó; Jesús le respondió: “He venido al mundo a dar testimonio de la verdad, y todo el que es de la verdad escucha mi voz”; (San Juan 18).
La verdad de la que habla Jesús es la relación y la intimidad vivificante que hay entre Él y su Padre y de la cual quiere hacernos partícipes, si entramos en comunión con Él.
La muerte de Jesús no fue la ejecución de una sentencia de muerte, sino el camino hacia la verdad plena, hacia la plena libertad. Jesús es el ser humano más libre que jamás haya existido, porque fue el más unido a Dios Padre.
Vivir para los demás, amarlos y servirlos. Ser pobres para que nosotros nos hiciéramos ricos. La pasión y la muerte de Jesús no son una humillación, sino una glorificación; la cruz es el trono que manifiesta la gloria de Jesús.
“Su Reino no es de este mundo”. Jesús no buscó el trono de Israel, y menos el de Tiberio. No buscó poder ni riqueza. Su realeza proviene del amor de su Padre al mundo. Sin embargo, vino al mundo para ser Rey y testigo de la verdad, introduciendo el amor y la justicia de Dios en la historia de la humanidad.
La Iglesia tendrá un gran poder de atracción si su rostro se parece al de Jesús, y todos nosotros, sacerdotes y fieles bautizados, también lo tendremos, si nuestra vida se parece a la de Jesús; si como Él, sabemos ser testigos valientes de la verdad del evangelio. Una verdad que Colombia, nuestra Patria, necesita hoy más que nunca.
En la cruz hay una parábola de victoria, no de derrota. Clavado en la cruz, Jesús es vida, es libertad, es victoria sobre el pecado y sobre la muerte.
Padre Carlos. Marín G.
Fuente Disminuir
Fuente