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Hoy celebramos a San Juan Bosco, padre y maestro de la juventud

31 de enero de 2022
Hoy celebramos a San Juan Bosco, padre y maestro de la juventud
Imagen:
cgfmanet.org
Don Bosco partió a la Casa del Padre el 31 de enero de 1888. Su vida fue una entrega total a Jesús y a la Virgen a través de sus queridos jóvenes.

En vísperas de su fiesta, el papa Francisco envió un fraternal saludo a los salesianos y les agradeció por “tanto bien” que “hacen en la Iglesia”.

“Quisiera saludar a los salesianos, que tanto bien hacen en la Iglesia. Seguí la Misa celebrada en el Santuario de María Auxiliadora [en Turín] por el Rector Mayor Ángel Fernández Artime, recé con él por todos”, aseguró el Papa tras el Ángelus de este domingo 30 de enero.

El santo padre exhortó a pensar en este “gran santo, padre y maestro de la juventud”.

Resaltó que Don Bosco “no se encerró en la sacristía, no se encerró en sus cosas”, sino que salía “a la calle a buscar gente joven, con esa creatividad que era su seña de identidad”.

Vida y obra

Giovanni Melchiorre Bosco, conocido por todos como Don Bosco, fue el fundador de diversas comunidades, agrupaciones e iniciativas que componen lo que se conoce como la Familia Salesiana; declarado “padre y maestro de la juventud”, por el papa San Juan Pablo II, el 24 de mayo de 1989.

El sueño

A los nueve años, el pequeño Juan tuvo un sueño en el que vio una multitud de niños que peleaban entre ellos y blasfemaban. Él trató de hacerlos callar a golpes, pero de pronto apareció Jesús y le dijo que debía ganarse la confianza y el respeto de los muchachos, pero con mansedumbre y caridad.

A continuación, el mismo Cristo le mostró a quien sería su maestra en esa tarea: la Virgen María. Entonces, la Madre de Dios -María Auxiliadora- le indicó que mirara hacia donde estaban los muchachos. Juan lo hizo y vio a un grupo de animales salvajes que empezaron a transformarse en mansos corderos. En ese momento, la Virgen le susurró estas palabras: “A su tiempo lo comprenderás todo”.

Creciendo de la mano de María y Jesús

Poco a poco fue creciendo en Juan un gran interés por los estudios, así como el deseo de ser sacerdote. Juan soñaba con ayudar a esos niños abandonados que no iban a la escuela.

En la medida en que el joven Juan crecía en la vida espiritual, en esa medida aumentaba el deseo de aprender cosas para aconsejar a los pequeños. No obstante, para lograr realizar sus sueños, tuvo que pasar por momentos difíciles.

A veces se veía obligado a estar lejos de casa por algún trabajo temporal, o a pasar largas horas desempeñando algún oficio. Sin embargo, eso que por momentos parecía penoso o duro, empezó a transformarse ante sus ojos. Juan estaba aprendiendo muchas cosas a través del trabajo. Sin saberlo, estaba aprendiendo las cosas que enseñaría en el futuro a sus muchachos, esas que ayudarían a que cada uno gane su sustento.

Juan recibió el Orden Sacerdotal en 1841. Con el transcurso de los años, se entregó de lleno a consolidar y extender su obra. Brindó alojamiento a chicos abandonados, ofreció talleres de aprendizaje y, a pesar de sus limitaciones económicas, construyó una iglesia en honor a San Francisco de Sales, el santo de la amabilidad.

En 1859 fundó la Congregación Salesiana con un grupo de jóvenes entusiasmados con la misión que la Virgen le había trazado a Don Bosco, y que habían crecido inspirados por su carisma y fortaleza. Más adelante fundaría a las Hijas de María Auxiliadora junto a Santa María Mazzarello. Luego vendrían los Salesianos Cooperadores y otras organizaciones con las que compondría la gran Familia Salesiana. Con las donaciones de sus cooperadores, logró financiar la construcción de la Basílica de María Auxiliadora de Turín y la Basílica del Sagrado Corazón en la ciudad de Roma.

Fuente:
Vatican News /ACI Prensa
Oficina Arquidiocesana de Comunicaciones
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