En el Día Internacional del Trabajo, la Iglesia recuerda a San José Obrero
Hoy, 1 de mayo, la Iglesia católica celebra la fiesta de San José Obrero, padre y custodio del Señor, a quien hoy recordamos como “patrono de los trabajadores”, en virtud que él conoció muy bien el mundo del trabajo: fue carpintero, y con su sudor procuró el sustento diario a su familia -la Sagrada Familia-.
La fiesta de San José Obrero fue instituida en 1955 por el Venerable Papa Pío XII, ante un grupo de obreros reunidos en la Plaza de San Pedro en el Vaticano.
El Santo Padre pidió en esa oportunidad que “el humilde obrero de Nazaret, además de encarnar delante de Dios y de la Iglesia la dignidad del obrero manual, sea también el próvido guardián de vosotros y de vuestras familias”.
“Sea, para todos los obreros del mundo, especial protector ante Dios, y escudo para la tutela y defensa en las penalidades y en los riesgos del trabajo”.
Santidad en el trabajo
Por su parte, San Juan Pablo II, en su encíclica dedicada a los trabajadores, Laborem exercens, destacaba que “mediante el trabajo el hombre no sólo transforma la naturaleza adaptándola a las propias necesidades, sino que se realiza a sí mismo como hombre”.
Con estas palabras, el Papa peregrino manifestaba la importancia de San José en la comprensión y santificación del trabajo, es decir, cuán importante es la figura de San José en el camino por el que los seres humanos podemos santificarnos y ser felices a través del trabajo concreto que corresponda desempeñar.
Llamados del Papa Francisco para mejorar las condiciones laborales
En este día recordamos, también, un reciente pronunciamiento del Santo Padre en el que exhorta a mejorar las condiciones de trabajo en el mundo de hoy.
El pontífice, a inicios de abril, en el marco de un encuentro con los miembros del Instituto Nacional de Seguridad Social (INPS) en Italia, hizo tres llamados:
“El primer llamado es un no al trabajo negro (no declarado). En el momento, en efecto, parece darle beneficios económicos al individuo, pero a la larga no permite a las familias que contribuyan y accedan al sistema de pensiones de acuerdo a la justicia”, indicó el Santo Padre.
“El trabajo negro distorsiona el mercado laboral y expone a los trabajadores a formas de explotación e injusticia”, alertó.
“El segundo llamado –continuó el Papa– es un no al abuso del trabajo precario, que tiene un impacto sobre las opciones de vida de los jóvenes e incluso los fuerza a trabajar cuando les fallan las fuerzas”.
Asimismo, el Papa Francisco destacó que “la precariedad debe ser transitoria” y “no puede darse en exceso”.
“De otro modo, termina por generar desconfianza, favorece el aplazamiento de las opciones de vida de los jóvenes, dilata el ingreso en el sistema de seguridad social e incrementa la caída de la natalidad”, continuó.
El tercer llamado es “un sí al trabajo digno, que sea siempre libre, creativo, participativo y solidario”, como señala la exhortación apostólica Evangelii gaudium, del Papa Francisco.
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