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Bajo el manto guadalupano están las familias

12 de diciembre de 2014

San Juan Pablo II, al término de su cuarta visita pastoral por tierras mexicanas declaró con palabras contundentes:

“Al concluir, quiero dirigir mi pensamiento hacia el Tepeyac, a Nuestra Señora de Guadalupe, estrella de la primera y de la nueva evangelización de América. Bajo su cuidado maternal pongo a los jóvenes de esta patria, así como la vida e inocencia de los niños, especialmente los que corren el peligro de no nacer. Confío a su amorosa protección la causa de la vida: ¡Que ningún mexicano se atreva a vulnerar el don precioso y sagrado de la vida en el vientre materno!”.

Así podríamos decir que todo matrimonio y familia que se consagre a la Virgen de Guadalupe está bajo su amparo maternal, bajo el manto guadalupano están las familias.

El corazón espiritual de México, son las familias, el cual late en el Santuario nacional de Guadalupe, el más visitado del mundo con cifras en torno a los 20 millones de peregrinos anuales.

Así lo informó Luis Orozco en un artículo para catholic.net:

 “Quienes alguna vez hayan participado en las celebraciones en torno al 12 de diciembre de cada año, saben que la Villa y sus alrededores se transforman en una marea humana de fieles que se dirigen hacia el interior de la basílica para ponerse delante de la sagrada tilma y rezarle a la Morenita, al menos durante unos segundos.

Una espera paciente que puede prolongarse durante horas sino incluso días. En este sentido, la nueva Plaza Mariana responde a la necesidad de dotar de más espacios a las multitudes que acuden a la Villa y a la basílica, que es como un oasis espiritual en medio de la gigantesca y caótica capital mexicana”.

La basílica de Guadalupe es el gran crisol en que se ha fundido lo mejor del pueblo indígena y criollo de México para sacar de allí el oro de una fe de altísimos kilates, que ha dado santos, mártires, confesores, fundadores, pastores y el río caudal de pueblo cristiano, sencillo y fiel. El “México siempre fiel” ha sido forjado en el crisol de Guadalupe”.

Son muchos los matrimonios y las familias que peregrinan al Santuario de la Virgen de Guadalupe, como signo de esperanza para la construcción de una nueva sociedad.

“Los modelos de nuevos y extraños tipos de familia o de convivencia, que se quieren imponer a los ciudadanos, son ajenos a toda la tradición cultural, moral y religiosa de la nación. La causa de violencia e inseguridad que azotan como plaga a México hay que buscarla precisamente en la descomposición de los lazos familiares, en el debilitamiento de los valores religiosos y morales que se transmiten en el seno de las familias unidas y estables.

Por su protección del valor de la familia y del amor conyugal, la sagrada tilma de Guadalupe es también un icono elocuente de la defensa de la vida desde su primer origen, pues el respeto por la vida naciente es el primero y principal de los derechos humanos, sin el cual todos los demás derechos se derrumban. El amor y respeto a la madre es un valor calado hasta la médula en los mexicanos. Es indudable que estos valores han crecido en el alma de México bajo el amparo y protección de Santa María de Guadalupe. Bajo su amparo y protección creemos que no se perderán”.

 

Consagración de la Familia a Nuestra Señora de Guadalupe

Santa María, Madre de Dios
Tu huiste con tu esposo José a Egipto,
Para salvar a tu hijo
De la muerte dictada por leyes injustas,
Y buscaste protección en tierra extranjera.

Santa María, Madre de Juan Diego,
Llegaste al cerro del Tepeyac no como exiliada
sino como madre ofreciendo protección y paz
A una nueva familia en esta tierra nueva, trayendo contigo tal belleza
Que solo podría compararse con el Cielo en que soñaba.

Ven ahora al Tepeyac de nuestra familia,
A ti nos consagramos, no solo como individuos,
Sino consagramos nuestra vida compartida, nuestra unidad de amor como familia.

Nuestra familia ha compartido muchas alegrías,
Y tú las conociste todas.
Sigue viendo por nosotros y fortaleciéndonos,
En nuestras vidas y nuestro amor compartido.

Cuando alguno enfrente dificultades,
Ayúdanos a todos a brindarle apoyo.
Cuando la división parezca inevitable,
Ayúdanos a ser pacientes y a crecer juntos.
Cuando nos perdamos en nosotros mismos y en nuestras preocupaciones,
Cuando nos distraigan otras exigencias,
Cuando surja la ira y las palabras hirientes,
Ayúdanos a perdonar y a pedir perdón,
Y  a buscar nuestro bien en el bien de nuestra familia.

Santa María, ven al Tepeyac de nuestros corazones,
Lleva ahí la presencia de Cristo.

Para que dejemos de visitar lugares vacíos,
Donde las dificultades no se resuelven,
Y que encontremos en ti el camino a Cristo,
Y encontremos en Cristo el camino del amor,
Transformando los tiempos difíciles en oportunidades para el amor.

Ayuda a nuestra familia a crear un recinto de amor,
Para los niños que nacerán,
Para los enfermos y los ancianos,
Para los moribundos.
Y cuando nos sintamos incapaces de ofrecer consuelo,
Cuando nos sintamos insuficientes para brindar la ayuda necesaria,
Haz que tus palabras y tus manos nos guíen.

Para quienes están lejos de tu presencia sanadora.
Haz que nuestra familia irradie tu amor a Cristo.
Para aquellos cuyas familias se han fracturado por las penurias,
Quienes han perdido de vista el vínculo del amor,
Haz que nuestra familia sea un refugio, una extensión de tu manto.
Para quienes no pueden ver el  rostro de Cristo en sus vidas,
Haz la vida en Cristo de nuestra familia, nuestra iglesia doméstica,
Sea un lugar de encuentro con Dios.

Santa María, Madre en Guadalupe,
Nosotros, tus hijos, te encomendamos el bienestar de nuestra familia,
Sálvanos de consentir la maldad, alienta en nosotros la defensa del bien, 
Que nuestra familia sea un baluarte
En el desarrollo de una civilización digna de la familia de Dios.

Amen.

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