La Maratón Arquidiocesana concluyó con un llamado a la oración, la solidaridad y la esperanza para los migrantes

Con profundo agradecimiento y un mensaje de fe que tocó los corazones, la Arquidiócesis de Bogotá cerró este sábado 15 de noviembre la Cuarta Maratón Arquidiocesana, una jornada de dos días dedicada a apoyar la labor de la Fundación de Atención al Migrante – FAMIG, obra que acompaña con compasión y cercanía a miles de hermanos en movilidad humana.
El cierre estuvo marcado por la eucaristía presidida por monseñor Rubén Darío Hernández, director ejecutivo de FAMIG, quien centró su homilía en la mirada misericordiosa de Jesús. “La mirada de Jesús sobre nosotros siempre es una mirada compasiva, atenta y que nos hace bien”, afirmó, invitando a todos los fieles a reconocer en la oración un camino de fortaleza y esperanza.

Durante su reflexión, monseñor Hernández meditó sobre el Evangelio de la viuda persistente, destacando cómo la mujer enfrentaba “tres desgracias”: la soledad de la viudez, la injusticia de un adversario y la indiferencia de un juez corrupto. Esta realidad, dijo, “nos muestra que muchos en la vida caminamos más con sombras que con luces, con noches oscuras que con amaneceres”. Sin embargo, ante estas dificultades, Jesús enseña la importancia de “orar sin desfallecer”, recordando que la oración es el diálogo que abre espacio a Dios y permite escuchar con el corazón.
La maratón, transmitida por Teleamiga y el canal de YouTube de la Arquidiócesis, reunió eucaristías, testimonios, entrevistas, espacios de música, oración, reflexión y encuentros comunitarios que visibilizaron los desafíos y esperanzas de la población migrante. Fueron dos días de unidad, servicio y caridad que permitieron conocer más de cerca la misión de FAMIG y la realidad de quienes atraviesan el camino de la migración.
Al finalizar la jornada, monseñor Rubén Darío dirigió un mensaje de gratitud a todos los fieles, voluntarios y benefactores que hicieron posible esta obra:
“Hoy hay más buenas noticias para la Fundación de Atención al Migrante. No nos olviden. Sigan colaborando: necesitamos voluntarios y también aportes económicos; las dos cosas juntas. Gracias por apoyarnos. Con su solidaridad haremos posible que la fe no tenga fronteras”.

La Arquidiócesis de Bogotá reiteró su compromiso de continuar acompañando a las personas migrantes, animando a la comunidad a mantener viva la oración, la escucha y la caridad como signos concretos del amor de Dios.
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