La iniciación cristiana: escuela, camino, proceso, comunidad

La nueva oficina del padre Manuel José Jiménez es cálida y austera. Allí, junto con Daniela y Yustine, habló para El Catolicismo y contó la experiencia de poner en…
Desde el inicio de las reflexiones que llevaron a construir el Plan E, en la arquidiócesis de Bogotá, una de las preocupaciones fue la catequesis, la forma como se desarrollaba, a quienes se acompañaba y con qué materiales se contaba para las preparaciones al bautismo, la Primera Comunión o la Confirmación y si era necesario, como en otras diócesis, tener un material propio para estos trabajos. Sin embargo, al avanzar en las discusiones, se encontró que más que manuales hacía falta ver el proceso que se llevaba y repensar el proceso de iniciación cristiana que es cómo una comunidad cristiana acompaña a aquellos que quieran llegar a ser discípulos de Jesús.
Entonces surgieron más preguntas: no sólo qué es la Iniciación cristiana si no cuál es su teología y su pastoral, trascender la llamada catequesis presacramental… por eso, para poder dar una respuesta a todas estas inquietudes, fue necesario llegar a hacer estos documentos que ya fueron entregados a los miembros del clero para su socialización.
Uno de los componentes fuertes de este proyecto es lo comunitario, dice Daniela Joya Valbuena, trabajadora social que hace parte de este equipo de trabajo, y el acompañamiento a quienes emprenden este camino, para sí mismos o para sus hijos, no debe darse únicamente por los ministros ordenados, sino por la comunidad misma a la que se pertenece, en este caso a sus hermanos en la fe, puesto que la comunidad es el sujeto de la iniciación cristiana y está llamada ser la que acompaña este proceso, que no culmina con la ceremonia del sacramento sino que continúa como vida comunitaria.
Ahora, uno de los retos más grandes es, precisamente, formar estas comunidades para para vivir la fe y, entonces, poder ser compañeros de camino. Buscar el fortalecimiento de las comunidades eclesiales es una de las apuestas más innovadoras de este proceso, apunta Yustine Cárdenas Garay, teóloga de la universidad Santo Tomás, y también miembro de este equipo. Los diferentes grupos ministeriales de las parroquias, que habitualmente hacen un trabajo puntual y luego se dispersan deben hacer un tejido comunitario bajo la espiritualidad de la comunión.
Dificultad bien grande en un mundo marcado por el individualismo, el subjetivismo y la privatización, donde lo común es pensar que lo religioso o espiritual no necesita de una institución religiosa. Lo anterior necesariamente genera una crisis al sistema tradicional de cursos, lecciones y programa como manera habitual de “hacer cristianos”.
Dentro de lo novedoso de esta nueva propuesta se encuentra la socialización del trabajo reflejado en los textos y la construcción de itinerarios diversificados ya que no se pretende construir un programa universal sino que de las necesidades propias de cada comunidad surja su propia metodología apoyada en estas orientaciones teológico – pastorales. Hay que pasar de la catequesis didáctica a la catequesis de iniciación, que está centrada en la persona. Se debe pensar esta catequesis en clave de la sociedad contemporánea, la cual está en transición, es plural y desigual.
Este equipo de trabajo ha presentado, como se dijo más arriba, dos textos de apoyo que son “Orientaciones y criterios para la iniciación cristiana” y su manual de trabajo, los cuales ya se encuentran en las parroquias.
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