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En Cuaresma, misión del clero lleva esperanza y misericordia a hospitales y cárceles en Bogotá

16 de abril de 2025
“Experiencia de encuentro fraterno, siendo reflejo de Jesús Buen, Samaritano, en medio de la fragilidad humana”.
Imagen:
OAC.
“Experiencia de encuentro fraterno, siendo reflejo de Jesús Buen Samaritano, en medio de la fragilidad humana”.

En el marco del trayecto “Para festejar la esperanza” del Camino Discipular Misionero que transita la Arquidiócesis de Bogotá, cerca de 200 sacerdotes, junto a diáconos permanentes y animadores de evangelización en el mundo de la salud y penitenciario en esta Iglesia particular, participaron en la misión cuaresmal 2025: ‘llamados a ser profecía de esperanza y dispensadores de la misericordia’, en hospitales y centros penitenciarios de la ciudad. 

En desarrollo de esta iniciativa pastoral, animada por el Equipo de Formación Permanente y por la Diaconía para el Desarrollo Humano Integral, con el especial acompañamiento y participación del cardenal Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá, sacerdotes y laicos voluntarios, acogieron en la escucha y acercaron la Palabra de Dios a enfermos, familiares, personal de la salud, privados de la libertad, personal administrativo y funcionarios

 

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Durante la jornada, organizada por arciprestazgos (grupos de parroquias cercanas), cubriendo de norte a sur y de oriente a occidente la capital colombiana, también se administró el sacramento de la penitencia y la unción de los enfermos. En algunos de estos lugares de misericordia, también se celebró la santa misa.

“A lo largo de cuatro años hemos venido realizando una experiencia de misión cuaresmal de misericordia, queriendo profundizar en nuestro servicio a los hermanos más necesitados. Esta misión es un pequeño signo de nuestra entrega sacerdotal y del deseo de dar, cada vez más, lo mejor de nosotros al llamado que Dios nos ha hecho en el servicio y acompañamiento de nuestros hermanos en las diferentes periferias existenciales”, afirmó monseñor Ricardo Pulido, vicario episcopal de la Diaconía para el Desarrollo Humano Integral.

El sacerdote agregó que esta misión, también, les permite crecer en la sensibilidad hacia el dolor humano y hacia la necesidad que tienen los que sufren de una palabra compasiva y misericordiosa, y de unas acciones concretas que ayuden a dignificar la vida humana y a desarrollarla a pesar de las dificultades y sufrimientos. 

 

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Finalmente, reiterando que esta salida misionera “es una oportunidad para servir, pero también para crecer”, animó a sus hermanos en el sacerdocio, a los diáconos permanentes y animadores de evangelización a continuar sumándose a “este pequeño servicio en el Tiempo de Cuaresma, como signo de conversión, como signo del volver a la bondad de Dios”.

Esta acción pastoral, expresión de una Iglesia en salida, que acoge el llamado a la caminar juntos, fortaleciendo la comunión, participación y misión, es también momento de fraternidad sacerdotal, explicó monseñor Alejando Díaz, obispo auxiliar de Bogotá y coordinador del Equipo de Formación Permanente en esta Arquidiócesis. 

“Cada vez que realizamos juntos acciones como estas, específicamente misioneras, el Señor acrecienta nuestra fraternidad sacerdotal, porque lo que más nos hermana es el trabajo por la causa del Reino; compartir las fatigas de la misión y hacerlo todo como ofrenda agradable al Padre. La misericordia no es solo el bien brindado a los demás, es también el «cemento» de nuestra fraternidad. Le damos gracias a Dios que nos ha permitido ser una vez más hermanos en la misión”.

 

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“En el Año Santo, anclados en la esperanza”

El padre Eliécer Montañez Grimaldos, capellán general del INPEC y director nacional de la Pastoral Justicia y Libertad, desde la CEC, afirmó que este año jubilar es una oportunidad de acercarse a estas realidades humanas “teniendo una experiencia de tocar la carne real de nuestro Señor Jesucristo en estos hermanos. (…) Que este año jubilar, podamos nosotros convertir en signos de esperanza, los gestos de misericordia”.

 

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“La Iglesia está abierta donde está la necesidad del ser humano, y esta misión permite abrirle las puertas a la reconciliación de tantas personas que están alejadas, para que todos nos sintamos acogidos; sea un camino de conversión” y fortaleza, aseguró el diácono permanente Didier de Jesús Hoyos.

A lo largo de los cuatro años en los que se ha desarrollado esta misión del clero, cientos de sacerdotes, religiosos, religiosas, diáconos, seminaristas y laicos voluntarios, que sirven en esta Iglesia particular, se han sumado, desde esta acción misericordiosa cuaresmal, al acompañamiento y atención pastoral que brindan los capellanes en clínicas, hospitales, centros penitenciarios y URI´s de Bogotá.

Oficina Arquidiocesana de Comunicaciones
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