Bendición del comedor comunitario ‘María de Jesús’, en el asentamiento La Esmeralda (Usme)
Como un signo de esperanza, recibido con alegría y gratitud, es comprendida la presencia de la Iglesia católica en el asentamiento La Esmeralda, suroriente de la ciudad, territorio en el que, el pasado 3 de mayo, fue bendecida una obra más en beneficio de la comunidad residente.
Se trata del comedor comunitario ‘María de Jesús’, que funciona en la primera planta de la ‘Casa de la Misericordia Santa Rita de Cassia’, puesta en marcha en mayo del año anterior como fruto del trabajo pastoral, evangelizador y social de la parroquia San Marcelino Champagnat, VET San Pablo; que ahora se amplía y fortalece con el acompañamiento de la Diaconía para el Desarrollo Humano Integral y con el
“Los pobres son el tesoro de la Iglesia; y siguiendo las palabras del papa Francisco, para mí las personas de este barrio son la carne de Jesús (…) El Papa utiliza mucho esta frase: los más pobres, los más necesitados… son la carne de Jesús… Y yo estoy muy feliz de poder acompañar obras en beneficio de esta gente (…) Cuando tomamos la decisión de ser sacerdotes tomamos la decisión de estar cerca de las comunidades”, afirmó monseñor Luigi Ginami, presidente de la Fundación Santina.
El sacerdote italiano, tras explicar que a través de esta Fundación se acompaña solidaria y humanitariamente a personas que enfrentan procesos migratorios forzados y a quienes se encuentran en condición de pobreza, de vulnerabilidad, en distintos lugares del mundo, precisó que en Colombia la ayuda tiene dos enfoques centrales: el apoyo a obras concretas como la puesta en marcha del comedor comunitario ‘María de Jesús’, en beneficio de los niños y jóvenes de este territorio con múltiples necesidades y desafíos para la garantía del desarrollo humano integral. El segundo frente se concentra en apadrinar jóvenes que sufren, apoyando temas de educación, alimentación y salud.
La Fundación Santina, creada en 2015, lidera distintas obras sociales y comunitaria en Vietnam, Kenia, Gaza, Irak, Italia, Brasil, México, Bolivia, Perú y Colombia.
El comedor comunitario ‘María de Jesús’ busca ser parte de la respuesta a los desafíos nutricionales en el sector, beneficiando a niños, niñas y adolescentes, en edades entre los 3 y los 15 años.
De manera paralela, desde la Casa de la Misericordia, se brinda acompañamiento y formación humano – espiritual, en valores, así como el desarrollo de actividades deportivas, artísticas y educativas extracurriculares.
“Cada fin de semana nos reunimos con esta comunidad con el ánimo de animar y avivar la fe en esta comunidad. Los sábados trabajamos con los niños la catequesis para los sacramentos. También planeamos trabajo social con los jóvenes. Al final del encuentro compartimos un alimento, gracias a la generosidad de quienes apoyan esta obra (…) Tenemos expectativas y proyectos con esta comunidad, entre ellos, en la parte baja, el acompañamiento a comunidades afroamericanas, indígenas, personas desplazadas y en distintas condiciones que han llegado al asentamiento”, explicó el diácono permanente Nelson Guillén, delegado por el cardenal Luis José Rueda, para acompañar esta obra.
Instrumentos de la misericordia de Dios
“Todo esto lo hacemos por fe. Por la fe en Dios que es misericordia (…) Este lugar, el trabajo pastoral, es fruto de que el Señor nunca nos abandona, y que siempre utiliza instrumentos para comunicar su amor y su cercanía. La Fundación de monseñor Luigi es un instrumento de la misericordia de Dios, al igual que todo el trabajo y todas las personas que han ayudado en esta obra: la parroquia de Santa Rita de Cassia y tantos laicos que nos han ayudado y siguen haciéndolo”, afirmó monseñor Ricardo Pulido, vicario episcopal de la Diaconía para el Desarrollo Humano Integral.
“Oro por las personas que creyeron en este proyecto. Este es un sector olvidado, muchas veces abandonado por la sociedad, por el gobierno, y yo quiero dar gracias a Dios, a las personas, a las comunidades parroquiales, a la Fundación Santina, a los amigos de Italia, por hacer posible esta obra en beneficio de nuestros niños y jóvenes, a quienes podemos atender” con este apoyo nutricional y también acompañarlos espiritualmente. “Tenemos una capilla, un lugar digno para celebrar; que bueno que esto ayuda también a ir transformando y mejorando nuestras realidades”, agregó el padre Alfonso Canedo, sacerdote arquidiocesano, quien sirvió a esta comunidad y quien, desde la parroquia San Marcelino lideró la construcción de la Casa de la Misericordia.
A su turno, monseñor Mauricio Urbina Villamil, vicario episcopal VET San Pablo, destacó el servicio evangelizador y misionero, la presencia constante y perseverante, lograda gracias al compromiso del diácono permanente Nelson Gillén y del padre Gilber Albán Castro, actual párroco en San Marcelino Champagnat.
“Como Iglesia católica, como Arquidiócesis, es muy importante esta presencia, que expresa la especial preferencia del Señor por los necesitados, por los vulnerables…especialmente por aquellos que carecen de las condiciones básicas de alimentación, de vivienda”, puntualizó.
Finalmente, la comunidad congregada en el comedor comunitario, para su bendición, agradeció la presencia de Iglesia católica e insistió en el llamado a ser acompañados por los distintos entes del estado en el mejoramiento de sus condiciones básicas, así como en las posibilidades de superación para los niños y jóvenes del sector.
En el asentamiento La Esmeralda residen alrededor de 1000 familias colombianas y extranjeras en condiciones de pobreza extrema, con las problemáticas sociales que ello implica.
Informes sobre esta obra y canales dispuestos para su apoyo: Diaconía para el Desarrollo Humano Integral
Email: dllohumanoi@arquibogota.org.co Telf.: 601 3505511 Ext. 1105 - 1106
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