Historias de vida
“Yo soy la arcilla, tú el alfarero, somos todos obra de tus manos” (Is 64,8)
Con este pasaje bíblico, el padre Jorge Orlando Romero Acosta, párroco en San Juan Crisóstomo, se refiere a lo que han sido estos cerca de 25 años de ministerio sacerdotal y a los años de infancia y juventud en los que se empezó a gestar su vocación.
Recordando “el modo particular” en el que se suscitó su despertar vocacional, aseguró que "todos los bautizados estamos llamados a dejar moldear por el Alfarero nuestra existencia, para que Él vaya haciendo lo mejor de cada uno de nosotros”. Además, animó a ser perseverantes en la oración y dóciles a la acción del Espíritu Santo, “para cumplir adecuadamente con la misión confiada”.
“Mi vocación surge de un modo muy particular, porque fue un acercamiento a la Biblia cuando trabajaba en una institución del Estado, en el Seguro Social. Quedaba mucho tiempo, entonces, me puse a ojear la Biblia, especialmente el Génesis, buscando encontrar un sentido a la vida desde la experiencia de ser parte de la creación y no estar aislado de una realidad que es superior: la transcendencia, la presencia de Dios y, a partir de allí, ver otros horizontes que no era solamente recibir un buen salario o tener unas posibilidades de orden material. Esto despertó en mí la inquietud por lo espiritual, empecé a contactar con la parroquia y entré al trabajo como catequista. Luego inicié mi proceso de discernimiento”.
“Creo que fue más un contacto directo con la Palabra de Dios y el testimonio que daban los sacerdotes que iba conociendo”.
Sumado a lo anterior, destaca el papel de la familia en la formación en la fe y la promoción vocacional.
“La vocación creo que, en la mayoría de nosotros, surge en el contexto familiar; o sea, hay unos valores, hay una tradición católica, soy el menor de 8 hermanos y mi familia siempre me ha apoyado. Tengo una tía religiosa (…) La familia es muy importante en la vocación y en el ejercicio del ministerio”.
Servicios pastorales y comunidades acompañadas
Oriundo de Fómeque (Cundinamarca), el padre Jorge fue ordenado sacerdote el 15 de marzo de 1997, por monseñor Pedro Rubiano Sáenz.
Durante su ministerio sacerdotal se ha desempeñado como: miembro del Consejo Presbiteral; miembro del Equipo Arquidiocesano para la Formación Permanente en representación de la Vicaría Episcopal Territorial de San Pedro; arcipreste del Arciprestazgo 5.2; miembro del Equipo Arquidiocesano de Animación Vocacional; párroco en San Juan Crisóstomo (actualmente); párroco en San Miguel; miembro del Consejo Presbiteral; miembro de la Comisión de Formación Permanente del Clero; párroco en los Sagrados Corazones de Jesús y María; párroco Ad Tempus en San Mario; vicario parroquial en Apóstol San Mateo; y adscrito en El Inmaculado Corazón de María.
Próximos a la celebración de los Jubileos Sacerdotales en la Arquidiócesis de Bogotá (Ver invitación aquí) , el sacerdote conversó con El Catolicismo y esto fue lo que nos compartió:
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