Había nacido en una familia creyente, formada por sus padres Luis María y María del Pilar, tuvo tres hermanas y dos hermanos.

Su vocación al sacerdocio nació cuando ya era mayor. Él había estudiado Derecho e incluso ya tenía su matrimonio listo, cuando la muerte de su novia cambió su vida, sus intereses, sentimientos y proyectos.

Ingresó al Oratorio de San Felipe Neri y allí se reconcilió con Dios y la vida. Y amó profundamente a Dios. Su dedicación a la formación de todos los católicos, laicos, religiosos, y a cualquier persona que quisiera conocer y madurar la fe fue el motor de su existencia.

Fundó la Escuela Kyrios, (el nombre del Señor, pero no cualquier nombre: el soberano absoluto de todo lo que existe). La escuela, como reza su lema es una institución católica para Gloria de Dios en el servicio del hombre, por amor. Y por amor vivó toda su vida.

Fue profesor en varias instituciones como la universidad Agustiniana, el Diaconado Permanente y, por supuesto, Kyrios, en donde mantuvo diversos programas y opciones académicas.

Fue rector encargado del Santuario del Señor de Monserrate, capellán de la Clínica El Bosque y adscrito en San Ambrosio.

Hace poco dijo “voy a pedirle Jesús, que me permita quedarme a la entrada del cielo, hasta que haya entrado el último de mis hijos espirituales”.