Historias de vida
Fue el primero en llegar, casi al tiempo que los grupos de socorro. La llamada le advirtió de la urgencia: el pueblo había quedado destruido, el techo del templo se…
Monseñor Jaime Pinilla Monroy era entonces el vicario de la Zona de San José, a la que pertenecía la parroquia Nuestra Señora de Chiquinquirá, en el cercano pueblo de Quetame. Monseñor Jaime tenía un carro, en el que llegó al pueblo, se lo dio al párroco, padre Pedro Cancino, y le dijo, palabras más, palabras menos: tome las llaves y los papeles, véndalo o haga lo mejor que pueda, es lo único que tengo.
Así era Jaime, el ser humano: generoso con largueza. Monseñor Jaime, el Vicario, paternal y oportuno.
Jaime nació en Bogotá, en el hogar de Germán y Zoila. Don Germán fue profesor de matemáticas y doña Zoila, como correspondía entonces, atendió su casa y sus hijos.
Jaime estudió en el colegio San Bartolomé de la Merced y fue bachiller en 1955. Cuenta su hermano Germán que fue el único de los hermanos Pinilla al que no le hicieron fiesta de grado; don Germán se sorprendió con la decisión de Jaime de irse al seminario, él no quería, ya tenía un hijo cura, a Germán… “En mí nadie creía” diría después Jaime.
El año siguiente lo gastó en aprender latín, pues para entrar a la Javeriana a estudiar Filosofía debía dominar el idioma de la Iglesia, hasta en los recreos debía hablar en latín.
¿Pero quién le había contagiado ese fervor por el sacerdocio? No fue Germán su hermano mayor, o tal vez algo; fue Ángel María Olarte, el fundador del Tihamer Toth. Don Germán consideraba que la influencia del padre Olarte no permitía a su hijo decidir libremente, por eso lo había cambiado de colegio, entonces Jaime estudiaba en el Camilo Torres y lo pasó al San Bartolomé, donde finalizó el ciclo del bachillerato.
Pero los planes de Dios, tan poco comprensibles para nosotros, se cumplieron a cabalidad y Jaime fue el padre Jaime por más de cincuenta años.
Monseñor Germán Pinilla habla de su hermano:
Cuando se vive la fe de manera tan intensa como lo hizo monseñor Jaime se camina mucho, pero no en soledad. Su gran amigo y hermano de vida sacerdotal fue el padre Guillermo León Corral.
Compañeros desde el bachillerato, compartieron la universidad, la ordenación, la sociedad sacerdotal de Jesús adolescente y el ejercicio presbiteral.
El padre Guillermo es un matemático excelente, dice él que gracias a don Germán Pinilla, el mejor maestro de matemáticas que ha podido haber, por eso en su casa lo tenían destinado a ser
ingeniero, tampoco a él le creían su vocación, cosas del Señor… pero se ordenó con Jaime, su amigo por muchos años. De Jaime cuenta que siempre fue un gran estudiante y una gran persona, era el que se inventaba los planes, las salidas y los trabajos. Jamás, a pesar de sus múltiples tareas, dejó de ser el amigo sensible y generoso de siempre. Guillermo, que ya es un sacerdote emérito de la Arquidiócesis, conserva su sentido del humor y cara de niño travieso. Habla de Jaime con profundo cariño: “compartimos más de cincuenta años de amistad… hablábamos mucho, nos contábamos cosas, hacíamos cosas juntos… él tenía más inventiva, era más creativo, era de esas personas que proponen, a los que se les ocurren las cosas… yo no. Entonces él decía: ‘Vámonos a Villa de Leyva’. Y yo le decía: ‘Bueno’. Y nos íbamos. Yo no tenía esas iniciativas, yo lo seguía y le acolitaba”.
El padre Guillermo León habla de su amigo:
El recorrido pastoral del padre Jaime
Monseñor Jaime, que en la Arquidiócesis perteneció al Instituto de Jesús Adolescente, mejor conocido como Tihamer Toth, fue vicario cooperador en algunas parroquias como San Juan de Ávila y Cristo Maestro hacia 1973, mientras era capellán en la Universidad Nacional. Luego se fue a estudiar a París, al Instituto Católico; allí hizo una maestría en Teología y ciencias de la religión (1979-1991). Al regresa r fue párroco en Los Santos Ángeles Custodios, fue formador, síndico y director del Seminario Mayor y, entre 1997 y 2008 fue vicario episcopal territorial de San José, en el sur de Bogotá. Al acercarse la edad de su retiro fue nombrado párroco en Santa Bibiana.
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