Un nuevo gobernante
En el centro la persona humana, el bien común, los pobres y la ética: Sobre estos conceptos puede generarse un gobierno justo y de buenos resultados
En medio de un ambiente político muy tenso le corresponde asumir la Presidencia de la República al doctor Iván Duque Márquez, luego de derrotar claramente al candidato Gustavo Petro.
Entre tanto, el expresidente Álvaro Uribe y la Corte Suprema de Justicia protagonizan un enfrentamiento inédito en la reciente historia de Colombia. El Presidente saliente, doctor Juan Manuel Santos Calderón, deja la primera magistratura admirado por unos y vilipendiado por otros. La clase política sufre actualmente de un desprestigio pocas veces visto en la vida política colombiana en especial a causa de la corrupción y también por su incapacidad para resolver muchos de los problemas más básicos de la gente y de las comunidades. Y, en general, la ciudadanía está como agotada de este escenario de la política nacional pues tiene la sensación de que la casta dirigente no ve sino por sus propios intereses y muy poco por los de la gente del común.
Desde la Iglesia se piensa que, en primer lugar, es importante que el nuevo Presidente de la República tenga un ambiente apropiado para gobernar. Él es el mandatario elegido por la mayoría y es apenas natural que tenga ese derecho y esa aspiración. Y le conviene a la nación. Un gobernante que goce de apoyo político y popular puede hacer mucho más cuando las circunstancias que lo rodean son favorables. No tiene ningún sentido y tampoco ninguna racionalidad que alguien, por el solo hecho de haber triunfado en las urnas, merezca oposiciones ciegas o contradictores gratuitos. En Colombia es importante aprender a reconocer a quien ha triunfado legítimamente y permitirle desarrollar sus planes y propuestas, todo lo cual puede y debe ser evaluado por la misma ciudadanía y por los críticos de oficio. Pero, insistimos, a quien ha triunfado y que representa a millones de personas, se le debe dar el tiempo necesario para actuar y hacer realidad sus ideas.
También, desde la Iglesia, quisiéramos recordar los temas que nos parecen vitales para un buen gobierno de la nación. El primero, que el verdadero bien de la persona humana sea el objetivo primero de toda la acción gubernamental, teniendo en cuenta la dignidad inalienable de la misma y sus derechos fundamentales reales, no los inventados por ciertas ideologías. El segundo, la construcción del bien común, que permita que la acción del gobernante y las instituciones del Estado y de todas en general, lleven bienestar al mayor número de personas. El tercero, la preferencia por llegar con todo el poder del Estado a donde están las personas más pobres y marginadas para ayudar a abrirles nuevos caminos de esperanza y desarrollo en sus vidas individuales y colectivas. Y, en cuarto lugar, el carácter ético en el ejercicio del poder de manera que se use primordialmente para hacer el bien, para favorecer la vida humana, para dar pie a lo constructivo, nunca a lo que destruye, divide y empobrece. En resumen: en el centro la persona humana, el bien común, los pobres y la ética. En estos conceptos puede generarse un gobierno justo y de buenos resultados.
Finalmente, quisiéramos hacer otra insistencia. Que el nuevo gobierno coloque en el centro de sus preocupaciones, ocupaciones y planes, el ciudadano del común. Para ello existen el Estado y sus instituciones. Para velar por las familias, por su vivienda, por la educación y la salud, por su posibilidad de movilizarse dignamente, por un ambiente de trabajo favorable, por tener seguridad en todo el territorio, por unos ingresos suficientes para vivir con sosiego, por vivir en un medio ambiente sano. A veces queda la impresión de que gobierno y gobernantes viven muy distraídos en temas que no benefician a la gran ciudadanía y que incluso muchos recursos se despilfarran en la ostentación del poder. Auguramos, pues, al doctor Iván Duque Márquez unos años de gobierno lúcidos, pacíficos, provechosos.
Pedimos que Dios le conceda la sabiduría para llevar a cabo su misión con decoro y eficiencia.
Imagen: RAUL ARBOLEDA/AFP/Getty Images
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