Sí, al libre desarrollo de la personalidad
Cuando se escucha esta frase a los funcionarios gubernamentales: libre desarrollo de la personalidad, una persona sensata se alegra porque por fin estamos pensando en el…
Pero, qué desilusión cuando se conocen los objetivos que pretenden alcanzar quienes hacen bulla y confunden, bajo pretexto de estar sumergidos en el tema de la educación. Solo hacen alarde de su ignorancia oceánica en el tema.
Pero, acaso ¿no saben que la libertad únicamente está encaminada a la consecución del bien?, ¿no saben que desarrollo es el vocablo para designar el crecimiento y plenitud de algo?, ¿no saben acaso que el bien es el camino para alcanzar el crecimiento de la persona?
No podemos confundir libertad con libre albedrío, libre albedrío es escoger entre esto o aquello; libertad es escoger el bien, porque solo quien es libre puede escoger el bien; por ejemplo los animales no son libres, sus respuestas ante un estímulo están mediadas por su instinto de comer, reproducirse, protegerse. La persona humana tiene libertad, dada por Dios, para alcanzar la verdad, la bondad y la belleza y puede ahondar cada vez más en ellas para lograr su plenitud como persona, hasta llegar a la trascendencia que lo una con el Creador.
Algo que se desarrolla es porque crece, se hace mejor; cuando, con referencia a la persona humana, se habla de desarrollo, es porque está creciendo en su plenitud como lo que fue creado, como persona, como creatura de Dios.
La personalidad está conformada por características, cualidades, hábitos y conductas propias y afines de una persona, congruente con su naturaleza, que le permitirán diferenciarse el uno del otro y deben ser coherentes con esa misma naturaleza para llegar al libre desarrollo de su personalidad, y por ende, a la plenitud de su persona humana.
Pues, ¿cómo podemos hablar de libre desarrollo de la personalidad cuando no se ayuda a la persona a encontrar su plenitud como tal, sino que bajo pretextos poco claros se engaña y se hunde en errores que nos llevan hacia el abismo social?
No confundamos. Al pan se le llama pan y al vino se le llama vino. No hablemos cuando no sabemos ni qué es libertad, ni qué es desarrollo, ni qué es personalidad. Aprendamos a utilizar bien los términos para definir cada cosa como lo que es, según su razón ontológica, para lo que fue creado, y no como lo que yo caprichosamente quiero o deseo que sea, a mis antojos. Estamos frente a la pérdida del marco de la moralidad y la ética, indispensables para la vida en sociedad y crecimiento de la persona y que se quiere reemplazar por la seudo-ética en la cual todo vale; y en donde todo vale, al final nada vale. Cuando no hay referentes éticos y morales llegamos a lo permisivo, ya que nada es moralmente malo; de la permisividad pasamos peligrosamente a la insolidaridad, y de aquí, a un mundo egoísta, en donde solo yo valgo.
Todo este engaño nos presenta algo completamente ajeno a los planes del Creador. ¿Nos queremos convertir en dioses?
(imagen: nedik.com)
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