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Por un nuevo ritmo en la arquidiócesis de Bogotá

9 de marzo de 2020

Muchos y variados son los signos que encuentra la Iglesia en Bogotá para comprometerse con un nuevo modo y un nuevo ritmo en su tarea fundamental que es el anuncio del…

El nuevo ritmo es un llamado para que toda la Iglesia y en ella cada evangelizador hundan el acelerador a fondo para que la siembra del Evangelio sea más amplia y más fructífera. Aunque la Iglesia en Bogotá, y en concreto en la Arquidiócesis primada, tiene una actividad múltiple e imparable, se hace necesario avanzar más rápidamente y, sobre todo, con una mayor focalización para dar el ciento por uno.

No es fácil que las instituciones grandes aceleren su marcha de trabajo. Están compuestas por muchos elementos y hacerlos mover acompasadamente y con mayor ritmo es tarea difícil. Por eso es que en el deseo de que la evangelización de Bogotá tenga un nuevo ritmo, se hace necesario quitar a este aparato eclesiástico lo que lo distraiga de su labor primordial y, sobre todo, urge que todos los anunciadores del Evangelio estén ligeros de equipaje para incrementar su labor misionera. En este sentido, cada día cobrará más importancia el que los heraldos del Evangelio puedan dedicarse casi que exclusivamente a esa labor y que otros miembros de la Iglesia se dediquen a la administración, como ya lo enseñaba el libro de los Hechos de los Apóstoles.

En este noble objetivo de acelerar la marcha de la evangelización, sin embargo, sigue siendo lo más importante que la Arquidiócesis como institución y todos sus agentes pastorales, sientan una verdadera pasión por la misión recibida. De nada servirán planes y proyectos, conferencias y encuentros, asambleas y simposios, si cada bautizado no experimenta en su interior que no hay tarea más importante y urgente que llevar el Evangelio de salvación a todas las gentes. El papa Francisco, en su visita a Colombia, insistió en la necesidad de sentir pasión por la misión. Si no se da esta característica, la Iglesia se irá convirtiendo en una especie de institución parecida al Estado, lenta, ineficiente y sus miembros irán tomando unos aires burocráticos que, aparte de beneficiarse a sí mismos, no le sirven a nadie más.

Quizás convenga en este momento de la Arquidiócesis de Bogotá, que, desde el nivel central y vicarial, se visibilicen las experiencias evangelizadoras que han sido muy efectivas a lo largo de los últimos años. Allí se encontrarán personas, instituciones, movimientos, congregaciones, que han sabido hacer muy fructífera la evangelización, entiéndase, han logrado que la palabra y la persona de Cristo, transformen vidas y condiciones sociales. Estos modelos ya probados son un buen incentivo para que quienes hoy están en el surco, se animen a sembrar con más empeño la semilla de la Palabra de salvación. En todo caso, volviendo a lo dicho al comienzo, hoy en día en Bogotá hay suficientes signos para pensar que la Iglesia debe acelerar el ritmo de su trabajo evangelizador si quiere seguir siendo una comunidad significativa dentro de la gran ciudad.

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