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Otros temas propios de Iglesia

31 de enero de 2022
Imagen:
Gaudium Press
Existe actualmente una cierta sensación de quietud en la Iglesia.

Salvo las intervenciones en muchos temas del papa Francisco, no se nota mucho movimiento en esta comunidad destinada a evangelizar al mundo entero. El tema del sínodo arrancó con fuerza, pero da la impresión de que ya entró en esa ingente cantidad de propuestas que se hacen en las oficinas eclesiales, cuyo seguimiento se hace engorroso; y como que se apagan lánguidamente.

Pueda ser que en algunos sectores de la Iglesia se tome muy en serio la propuesta de escuchar sobre todo a los laicos para revitalizar el accionar eclesial. Vale la pena recordar que el papa Francisco ha dicho que el sínodo no es para producir más documentos, sino para animar el caminar juntos que debe caracterizar a los bautizados.

No menos importante debería ser hoy una mirada sincera y profunda a la vida religiosa, tanto masculina como femenina. El papa les ha dirigido varios mensajes durante su pontificado y en general ha sido un llamado a ser más significativos en todo sentido. En muchas comunidades religiosas existe hoy una preocupación grande por el envejecimiento – y muerte- de muchos de sus miembros y por la muy escasa presencia de nuevas vocaciones. Hoy se encuentran conventos y casas de formación, muchas de ellas enormes, con muy pocas personas, bien sea en el apostolado o en la preparación para la consagración.

Puede estar llegando un momento en que algunas comunidades religiosas se encuentren, quizás se fusionen y adquieran nuevos bríos para la evangelización. Siempre han sido una fuerza apostólica muy importante en la Iglesia, pero los tiempos actuales también les están planteando preguntas muy claras sobre su ser y su misión.

Por otra parte, desde Roma también se han ido promoviendo ministerios eclesiales como el acolitado y el lectorado para los laicos. Es un intento audaz, no solo para vincular más laicos comprometidos en la evangelización, sino para darles una mejor categoría dentro de la organización eclesial.

Todo parece estar indicando que la Iglesia tiene que volcarse definitivamente en este momento de su historia sobre sus laicos para darle más vida a la evangelización en todos los campos.

Cuando esto se ha realizado la respuesta ha sido muy buena. Sucedió con el movimiento carismático, con la Acción Católica, recientemente con el movimiento Emaús y muchas otras experiencias muy valiosas. Y tales movimientos se han multiplicado casi que como una respuesta del Espíritu para este momento concreto de la vida de la Iglesia. Todas las instancias de la Iglesia universal y local deberían contar con la viva participación de laicos.

Y, finalmente, es hora de hacer cuentas sobre el efecto concreto que la pandemia del COVID-19 ha tenido sobre las comunidades católicas en todas partes, comenzando por la dispersión, de la cual aún no se ve una recuperación grande.

Esta evaluación tiene que ser capaz de descubrir las razones últimas por las cuales mucha gente se fue y no volvió a congregarse en su iglesia o en su grupo eclesial.

Seguramente el virus del COVID-19 no ha sido la única razón de fondo. La situación, bien aprovechada, puede ser ocasión para que en la Iglesia se reflexione de nuevo acerca de qué es lo que se está ofreciendo a las personas para que deban volver a encontrarse en ella.

La pregunta tiene valor pues muchos otros espacios de la vida pública, en cambio, sí están repletos de personas, léase: centros comerciales, aeropuertos, terminales de transporte, centros vacacionales, etc.

El arzobispo de Bogotá ha insistido en la necesidad de trabajar en las pequeñas comunidades para revitalizar el tejido eclesial. Quizás llegó el momento de volver a comenzar, aunque seguramente no es de cero, pero hay que volver a lanzar las redes pues se están vaciando.

 

Oficina Arquidiocesana de Comunicaciones
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