Luis Augusto Campos Flórez, obispo de Socorro y San Gil
No cabe duda de que en la arquidiócesis primada hará mucha falta la persona y la palabra del obispo Campos Flórez. Pero, al mismo tiempo, es causa de enorme alegría para…
En ceremonia bellísima y muy solemne, presidida por el Arzobispo Primado de Colombia y Cardenal de la Santa Iglesia Romana, Rubén Salazar Gómez, recibió la ordenación episcopal el sacerdote Luis Augusto Campos Flórez, del clero de la Arquidiócesis de Bogotá. Rodearon cercanamente al presidente de la asamblea el Nuncio de Su Santidad, Mariano Montemayor y el arzobispo Octavio Ruiz Arenas, y al menos otros cuarenta obispos y no menos de doscientos sacerdotes. La presencia de los fieles fue también especialmente grande y significativa. A esta venerable asamblea litúrgica la acogió la catedral de la Arquidiócesis de Bogotá, magnífico edificio diseñado por el fraile capuchino Domingo de Petrés y marcado por la sobriedad y la limpieza de toda su composición. Fue el día 8 de febrero de 2020.
Luis Augusto Campos Flórez es un sacerdote de la más noble entraña de la Arquidiócesis de Bogotá. Desde su temprana juventud ya recorría los pasillos del desparecido Seminario Menor de Bogotá y muy pronto los del majestuoso Seminario Mayor, esa huella románica en Bogotá, fruto del ímpetu pastoral del santo arzobispo Perdomo Borrero y del arquitecto José María Montoya Valenzuela. No mucho más tarde el presbítero Campos Flórez seguirá profundizando su preparación en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma y después en el Instituto Católico de París, donde realizó un amplio y detallado estudio de la obra de Paul Ricouer. En la viña del Señor, sita en Bogotá, este gran sacerdote, ha servido en parroquias, en los seminarios, en las vicarías episcopales, en innumerables juntas directivas de instituciones de servicio y, sobre todo, ha sido pastor diligente para muchísimas personas que han acudido a él en busca de orientación espiritual.
Acertadísima consideramos la elección que el Romano Pontífice ha hecho en la persona del ahora obispo Campos Flórez para regir los destinos de una iglesia particular llena de nobleza y temple histórico, como lo es Socorro y San Gil. Se diría que el Santo Padre Francisco ha escogido un sacerdote a carta cabal. Una persona para la cual el servicio a Cristo y a la Iglesia han sido prácticamente su única ocupación durante su ya consolidada vida. Es portador monseñor Campos de la sólida formación sacerdotal del clero de la Arquidiócesis de Bogotá. Su práctica pastoral lleva la impronta del curato como se ha vivido en esta iglesia particular por más de cuatro siglos y que desde siempre ha querido ser únicamente servicio, ora a Dios, ora a los hombres. Además, muy en consonancia con lo que Papa Francisco espera de los ministros eclesiales, el nuevo prelado ha caracterizado su vida por el trabajo intenso, por la alegría sacerdotal y por la conducta correspondiente a sus compromisos hechos ante Dios. En lo humano y en lo sacerdotal, la Arquidiócesis de Bogotá entrega a su hermana iglesia de Socorro y san Gil un hombre y sacerdote de las mejores calidades en todo sentido.
No cabe duda de que en la arquidiócesis primada hará mucha falta la persona y la palabra del obispo Campos Flórez. Pero, al mismo tiempo, es causa de enorme alegría para esta iglesia poder entregar a la Iglesia universal otro pastor para seguir apacentando al rebaño de Dios dónde él lo necesite. Son varias las jurisdicciones de Colombia que hoy gozan del pastoreo de obispos que hicieron parte del clero de Bogotá y que van dejando su huella de caridad pastoral en forma indeleble. Entre otros, los obispos Suescún Mutis, Ospina Leongómez, Nieto Sua, Cubillos Peña, Urbina Ortega, amén de los que ya gozan de justo descanso como Sarmiento Angulo, Gutiérrez Pabón, Romero Franco. Y seguramente, muy pronto prelados como Salamanca Mantilla y Alí Herrera, estarán al frente de iglesias particulares, ganando estas, pastores de cualidades eximias. Si los tiempos de la Iglesia y del sacerdocio son hoy difíciles, no les faltan tampoco verdaderos campeones de la fe y de la evangelización que han dejado muy en alto el nombre de Cristo, de su Iglesia y del sacerdocio. Auguramos, pues al nuevo obispo, Luis Augusto Campos Flórez, un largo y fructífero episcopado, habiendo bebido de las aguas de este río de gracia que es la vida ministerial en la Arquidiócesis de Bogotá y llevándolas profusamente a las muy nobles y generosas tierras de Socorro y San Gil.
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