Los jóvenes, el gran reto
Los jóvenes son seres en transición y por eso no es fácil definirlos del todo. Y tampoco es fácil, a nivel de la evangelización, saber cuál es el camino preciso para…
Una mirada superficial sobre la vida de los jóvenes puede caer fácilmente en estereotipos que falsifican la verdad sobre ellos. El más común de esos estereotipos los presenta como un grupo que vive solo para la fiesta, el derroche, la música, la diversión. Eso toca a una minoría. Pero el común de la gente joven vive de otro modo. En realidad, lo que más los ocupa es su labor académica y después la búsqueda de trabajo y, desde luego, trabajar. Estas dos situaciones no son fáciles hoy en día. El desempleo juvenil es muy alto y el trabajo asignado a los jóvenes es extenuante. En nuestro medio, por otra parte, siguen teniendo un gran arraigo en sus familias y tradiciones. Están, además, muy imbuidos en el mundo de la virtualidad y sin las redes sociales su vida parecería incompleta. En el campo espiritual, quizás como siempre ha sido, van y vienen, creen y no creen, buscan y también abandonan la búsqueda a ratos, pero no es que no tengan una dimensión espiritual activa. Como siempre, los jóvenes, son seres en transición y por eso no es fácil definirlos del todo.
Y tampoco es fácil, a nivel de la evangelización, saber cuál es el camino preciso para tocar sus mentes y sus corazones. No obstante, la vida de la Iglesia siempre ha estado marcada por una nutrida participación de la población juvenil. El año pasado, con la visita del papa Francisco a Colombia, la respuesta de los jóvenes a la convocatoria para encontrarse con él fue absolutamente desbordante. En este nivel, no hay mayores obstáculos. Pero donde se presenta un enorme reto es en la formación cristiana de ellos. Hemos dicho tocar sus mentes y sus corazones. No basta con emocionarlos, hacerlos cantar y alabar. El cristiano se hace también, como lo dice San Pablo, transformando la mente y esa mente es la que se hace necesario también evangelizar. Y allí es donde hay mucho por reflexionar y por idear.
La aproximación a la mente de los jóvenes ha tenido en la Iglesia un camino bastante efectivo y este ha sido el de la educación escolar y universitaria. Pero en cuanto a la cantidad de jóvenes que están bajo la tutela educativa de la Iglesia, hoy en día es una proporción pequeña respecto a toda la sociedad. En Bogotá, por ejemplo, los colegios públicos tienen, entre niños y jóvenes, algo así como un millón de alumnos. Evangelizarlos a fondo es todo un reto. La mayoría de ellos apenas ha tenido un contacto con la Iglesia a través de la iniciación sacramental, a saber, bautismo, eucaristía y confirmación. Pero que sean en verdad cristianos en su forma de pensar y sobre todo de actuar es una afirmación que no se puede sostener fácilmente. Hoy existe una necesidad imperiosa en la Iglesia de encontrar los caminos apropiados para llegar a los jóvenes y para que ellos lleguen a la comunidad creyente.
El reto es precisamente ese: cómo hacer para que la misión de la Iglesia, que no es otra que evangelizar, se encuentre con las necesidades más sentidas de los jóvenes, y en ese encuentro construir realidades sólidas para ellos. ¿Qué tiene la Iglesia para ofrecerles hoy en día? ¿Qué tienen ellos para darle vitalidad a la comunidad creyente? ¿Qué métodos son hoy los más apropiados para que la gente joven se detenga un momento y beba de las fuentes del Evangelio para nutrir su vida de sentido y esperanza? ¿Cómo hacer para que la Iglesia sea atractiva para este sector de la población y de este modo abrirle los tesoros de la fe y de la vida de la gracia? A primera vista parece surgir una conclusión con dos aristas. La primera es que los evangelizadores deben hacer un esfuerzo grande para penetrar más en profundidad la realidad de los jóvenes hoy en día y así poder entrar en relación con ellos. La segunda, la gente joven debe ser capaz de mirar más en profundidad la vida de la Iglesia, venciendo prejuicios, y así poder encontrar en ella muchas realidades que les hagan ver la vida con los mismos ojos de Jesús. El primer gran reto frente a los jóvenes en la actualidad es suscitar el encuentro con ellos para mirarlos cara a cara, escucharlos y proponerles de nuevo el Evangelio.
Fuente Disminuir
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