Los buenos frutos de las crisis
La Iglesia ha apretado su paso de servicio a los pobres. Para ella esta es una tarea de su vida cotidiana. Ahora trata de emplearse a fondo para que sus recursos, sus…
No deja de ser llamativa la cara oculta que va apareciendo en nuestra sociedad con muchísimas acciones positivas durante estos tiempos de crisis. Es como si una enorme cantidad de fuerzas constructivas pidieran espacio para manifestarse a favor de toda la gente. En efecto, en estas semanas en que la población colombiana está confinada por razones de prevención en la salud, se han multiplicado las iniciativas gubernamentales rápidas, las de origen privado generosas, las de carácter individual creativas, con el fin de que nadie se quede sin recibir lo mínimo necesario para seguir viviendo en forma digna y tranquila. Pareciera que todo estuviera esperando la oportunidad de oro para dejar ver toda la bondad y todo el sentido de justicia que anida en el corazón de los colombianos.
El Gobierno Nacional, aprovechando el estado de emergencia y los recursos que le dan la Ley y la Constitución, se ha movilizado con rapidez para respaldar a la población, especialmente la más necesitada. En tiempo de normalidad esto es lento y a veces imposible por nuestro intrincado sistema de leyes, controles, burocracia, intereses ocultos. Pero ahora el nivel ejecutivo, con el Presidente y sus ministros al frente, han podido movilizar buena parte de las fuerzas y recursos del Estado para apoyar a quienes lo necesitan en forma inmediata y a mediano y largo plazo. No se alcanza todo lo deseado, pero es evidente que hay un esfuerzo importante para proteger a la ciudadanía en todo sentido. Es deseable que las buenas decisiones de la actualidad se conserven una vez pasada la crisis para favorecer a toda la población.
Por otra parte, también se ha empezado a notar un movimiento creciente del sector privado para convertirse en parte de la solución de la crisis. Y este movimiento se ha concretado en importantes donaciones de dinero, de campañas para hacer llegar bienes y servicios a los más vulnerables, de cadenas de suministros de alimentos a los pobres. La banca parece estar ofreciendo algunas facilidades a sus clientes en vista de que la producción se ha detenido. Los más ricos de Colombia y las empresas más importantes están dando muestras de querer unirse en el propósito de luchar contra el Covid-19, aportando recursos y de ayudar a sostener a los más vulnerables cuando el empleo se ha suspendido o cuando los independientes no tienen oportunidad de producir lo necesario para su sustento. No obstante todo, hay que insistir en una mayor, mucho mayor generosidad, de todas las personas e instituciones, así como empresas, para apoyar a multitudes que están entrando en precariedad grande.
La Iglesia, por su parte, ha apretado su paso de servicio a los pobres. Para ella esta es una tarea de su vida cotidiana. Ahora trata de emplearse a fondo para que sus recursos, sus instituciones y fundaciones de servicio, se abran a los más necesitados, así como sus parroquias. La tarea se está haciendo, pero también cabe invitar a todos los miembros de la Iglesia, sacerdotes y laicos, religiosos, movimientos apostólicos, etc, a revisar de nuevo cómo optimizar su servicio de caridad y solidaridad, cómo dirigir todas sus fuerzas y recursos para socorrer a los necesitados de hoy, a aplazar lo que no sea esencial y enfocar todo su accionar a tender la mano a los necesitados. Además, la Iglesia puede aportar en esta crisis su vasta experiencia en atención de situaciones extremas.
La crisis está dando algunos buenos frutos. Todos tenemos el deber cristiano de aportar y también de presionar para que la sociedad entera se vuelque a apoyar las soluciones que se requieren en el sistema de salud y en el fundamental propósito de que nadie se quede sin el pan sobre su mesa. El peligro existe, es urgente moverse con rapidez.
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