Leyendo los resultados
Bien valdría la pena que en los futuros foros eclesiásticos se dedicara toda la energía, con ayuda de especialistas, a profundizar en el modo de ser del nuevo colombiano…
Los resultados de las elecciones primarias para presidente de la república, son de diversa utilidad. Queremos darnos cuenta de algo para que sea reflexionado a nivel de Iglesia y su labor evangelizadora. De los 19 millones de votantes, casi 9 millones se situaron en una franja que podríamos llamar de nuevas formas de pensar y otros 10 millones en la forma de ver la vida de siempre. Esto, simplificando un poco. Pero vale la pena darse cuenta de cómo se están dando las cosas actualmente en la nación colombiana. Y, sobre todo la franja de lo que llamamos nuevas formas de pensar y ver la vida, se constituye en un reto para la labor evangelizadora de la Iglesia, la cual lleva entre nosotros una connotación bastante tradicional y con modos de actuar de siempre.
¿Cómo es la gente que ya no obedece tanto a lo tradicional en todos los órdenes? Comencemos por decir que son personas muy celosas de su autonomía y son poco dadas a dejarse atrapar por esquemas, tradiciones, instituciones, e incluso partidos o iglesias. Esta autonomía toca su forma de pensar, las escogencias fundamentales de la vida, su propio destino. Se sienten también muy universales y no tan locales, ciudadanos del mundo, globales y por lo mismo les gusta mirar más allá de su entorno cercano para tener nuevas experiencias y conocer otras formas de ver la vida. Tienen mucho de soñadores con los más sonados temas de la actualidad: creen en la educación, aunque no siempre la tradicional, sienten preocupación por el medio ambiente, tienen concepciones de matrimonio y familia mucho más “abiertas” que el concepto tradicional cristiano, aparentemente tienen un profundo sentido social. Son emotivos a morir, se debaten entre lo real y lo virtual y tienen también alguna dificultad para arraigar en cualquier aspecto de la vida. Realmente la franja que sumó 9 millones de votantes vio encarnada en dos políticos estas nuevas formas de plantear la vida y la cifra es algo así como el 25% de la población colombiana.
¿La Iglesia en Colombia ya tiene un discurso y unos planteamientos para esta franja grande de la población? Es decir, a nivel de la evangelización y de los evangelizadores, ¿existe ya una aproximación conceptual a estas personas? ¿Se conocen sus modos de ser, de percibir, de actuar, de decidir? No es tan fácil dar una respuesta. Hacemos parte de una iglesia muy tradicional, más bien satisfecha de hacer lo de siempre y con pocos cuestionamientos internos y externos sobre su forma de proceder. Esto ha significado hasta ahora frutos y buena parte de la otra franja de población contenta con su quehacer. Pero la sociedad colombiana está cambiando y no hay que dormirse sobre los laureles pues al despertar quizás el tren de la historia vaya muy lejos. Bien valdría la pena que en los futuros foros eclesiásticos se dedicara toda la energía, con ayuda de especialistas, a profundizar en el modo de ser del nuevo colombiano, predominantemente joven, para hacer más fructífera la evangelización en el futuro.
Y no se puede dejar de ver en esta cuarta parte de los colombianos dos grandes preocupaciones: la educación como prioridad y derecho y el descontento social. Para la Iglesia son dos campos muy conocidos. Su actuar en la educación es muchas veces centenaria y su preocupación real por los más necesitados hace parte de su diario vivir. Sin embargo, las tendencias actuales están llamando a todas las grandes instituciones a un mayor compromiso en ambos campos. Incluso, están presionando para que las dos tareas se hagan hoy de formas distintas, pluralistas, empeñadas a fondo. La Iglesia no puede darse por satisfecha con lo mucho que ha hecho y sigue haciendo en educación y en lo social. Las nuevas formas de ser y pensar de millones de colombianos pueden ser un incentivo para revisar lo que se tiene y quizás para renovar y acrecentar unas acciones que hoy reclama sobre todo la gente más necesitada. Aunque parecen retos formidables, al mismo tiempo se puede ver que son áreas de la vida de sociedad en las que la Iglesia ha sabido responder en cada época y cada sociedad. Si, pues, la Iglesia se deja cuestionar a partir de las grandes opciones de la población joven, incluso en el campo político, quizás surjan nuevas y afortunadas respuestas para una nación que todavía está en construcción y que tiene en el Iglesia un obrero comprometido hace más de 500 años.
Imagen: The Clinic on Line
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