La ética como cultura
Como ya se ha dicho hasta la saciedad, a la sociedad colombiana la está afectando de modo protuberante la corrupción en todos los niveles.
Ser corrupto es un modo de ser que se ha extendido entre muchos ciudadanos del país como si fuera una forma natural de subsistir en Colombia. Las consecuencias de esta ausencia de ética en todos los niveles o en muchos, deja ver sus graves consecuencias. Lo que alguien podría imaginar como una acción que simplemente beneficia a alguna persona en forma injusta, se ha convertido en un problema que está atentando contra el bienestar colectivo en muy diversos campos. La alimentación de niños y jóvenes en escuelas y colegios públicos, la calidad de las obras públicas, el acceso a la salud y la prestación de estos servicios, el modo como se administra la justicia en todos sus niveles, etc, todo lo que toca la vida de los ciudadanos parece estar permeado por los hombres y las mujeres que han hecho de sus actos corruptos una verdadera ocupación nacional.
La pregunta que ronda la mente ciudadana desde hace ya largo tiempo es si este mal tiene solución. Debería tenerlo. Ahora se está proponiendo una consulta contra la corrupción que, seguramente algunos resultados obtendrá para favorecer esta lucha. Pero habría que ir a la raíz del problema y no solo contentarse con acciones contundentes que tratan de asustar a quienes no tiene ética para actuar. Como lo ha reiterado tantas veces la Iglesia, si las personas no cambian interiormente, lo que se logre exteriormente será apenas mínimo y pasajero. ¿Quién, pues, está formando la dimensión ética de los colombianos? Más aún: ¿Existe tal formación en Colombia? La respuesta no es consoladora. La cultura dominante en el país tiene más inclinación a favorecer la corrupción que a frenarla. Suele llamársele viveza o dicho de otra manera, se trata de aprovechar las oportunidades para enriquecerse si se tiene el poder, la oportunidad de tomar decisiones importantes, si se maneja recursos cuantiosos. Oponerse a esto puede en ocasiones significar hasta la misma muerte.
Hubo tiempos en que la sociedad colombiana se regía moralmente por las leyes divinas y por la honorabilidad de las personas. Hoy eso parece cosa del pasado. Todo fue desmontado con cuidadosa meticulosidad. Y a esto se le añadió la cultura del narcotráfico que hizo tambalear y caer principios, convicciones, valores y límites. Su consigna es que por el dinero se vale hacer todo, sin siquiera preguntar por su validez moral. ¿Será posible reconstruir el edificio de la ética en Colombia? ¿Quién o quiénes deben adelantar esta titánica labor? La pregunta se dirige al Estado, al sistema educativo, a las iglesias y religiones, a la familia y también al ciudadano considerado individualmente. Si no se aborda este reto de nada valdrán las mil leyes que a diario se promulgan en el país, lo mismo que consultas populares, códigos y nuevas tablas de piedra. Si no hay hombre nuevo, no hay ética que se sostenga.
La Iglesia, en el marco de su misión, tiene que volver a pensar cómo contribuir a la formación ética del ciudadano colombiano y en particular de las personas bautizadas. La fe cristiana tiene sin duda una dimensión ética, que debe ser capaz de engendrar una cultura ética general. La formación del cristiano tiene que incluir un componente fuerte de exigencias para que la personas sea recta, honorables, valiente para sostener sus valores y principios y conciente de que su tenor moral contribuye enormemente a la construcción de una nueva sociedad. Quien escucha la predicación y enseñanzas de la Iglesia debe poder deducir con claridad unos principios que orienten su acción en la comunidad, como miembro de la sociedad política y también como favorecedor o no, de una altura moral que protege a todos y especialmente al pobre. Mucho se ha dicho, quizás demasiado, que la fe cristiana no es un discurso moral, pero si no tiene esta connotación, su proyección en la vida cotidiana es demasiado difusa e intrascendente. La Iglesia puede y debe ayudar a crear una cultura con ética, hasta llegar a hacer de la ética la cultura.
Imagen: www.altonivel.com.mx
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