Jubileos sacerdotales en Bogotá
El 17 de noviembre, fiesta de Santa Isabel de Hungría, patrona de la arquidiócesis de Bogotá, y en modo pandemia, celebra esta iglesia, los jubileos sacerdotales. Festeja a quienes han servido a Dios y a su Iglesia por 25, 50, 60 y 70 años. Vidas dedicadas de lleno a predicar el Evangelio, a santificar al pueblo, a extender la caridad de Cristo a todos, a orar por los hermanos. Hombres que, como lo enseña el mismo Evangelio, lo han dejado todo para estar al servicio del Reino de Dios y con ello ser signos del mismo en medio de las comunidades que pastorean. Sacerdotes y sacerdocio que le dan a la arquidiócesis de Bogotá su impulso constante en los más variados campos de trabajo y prácticamente en todos los rincones del territorio de esta jurisdicción eclesiástica. Si se sumaran todas las obras de bien de estos sacerdotes jubilares, la lista sería infinita y admirable.
La celebración de los jubileos tiene que ser siempre, además de un festejo, una renovación decidida de la vida sacerdotal en toda la Iglesia. Los tiempos que corren son muy exigentes para la vocación sacerdotal y aun viviéndola con santidad goza con mucha frecuencia de incomprensión. El mundo y la sociedad actual se han vuelto supremamente sordos a todo mensaje que no sea complaciente y fácil. No aman mucho a los profetas y las cosas santas son con frecuencia denigradas, mal tratadas. Por estas y otras razones, solo un sacerdocio claramente arraigado en la persona de Jesucristo y su Palabra, en una fe inamovible en Dios Padre y en total disponibilidad al Espíritu Santo, puede hacer frente a unos retos que a veces parecen insuperables. Pero, precisamente lo jubileos no son otra cosa que muchas historias de cómo en Dios todo se puede, a pesar de las dificultades.
El sacerdocio siempre ha sido ejercido en Bogotá con serenidad. Hay una comunidad de presbíteros muy unidos entre sí y en comunión clara con el arzobispo. Salvo casos muy puntuales, los sacerdotes de Bogotá han estado siempre al servicio de Dios y de las personas. Las últimas décadas dejan ver al clero de Bogotá y también a los religiosos en ella presentes, dedicados de lleno a la pastoral en sus múltiples facetas: parroquias, capellanías, educación, pastoral social, formación, fundaciones, etc. No hay en los sacerdotes de Bogotá ninguna tendencia al protagonismo o a ciertas aventuras pastorales de inciertos frutos. Tampoco han sido dados a fenómenos muy en boga en los últimos años tales como exorcismos, “sanaciones”, apariciones, etc. Han sabido conservar con sencillez una vida dedicada a la predicación, la celebración de los sacramentos, la visita a los enfermos, el auxilio a los pobres, la atención de las personas. Y sin alardes de nada. A veces se pide a los sacerdotes convertirse en otra realidad, más con idealismos de libros que con el realismo que solo da la vida parroquial de cada día.
No obstante, todo conviene que nunca se baje la guardia y el entusiasmo en lo apostólico. Una ciudad como Bogotá y sus municipios al oriente, requieren de audacia pastoral. La sociedad actual pide cada vez con más insistencia verdaderos signos del Reino de Dios y de sus discípulos. Espera en abundancia, la comunidad creyente, la Palabra de salvación. Quiere esta iglesia particular ser un signo claro de la misericordia de Dios para con los pobres. En todos estos campos los sacerdotes que se desempeñan en la Arquidiócesis de Bogotá están llamados a intensificar sus compromisos y marcarlos con la alegría y la entrega total. Si esto sigue siendo así, todos los días resultan ser jubilares. Pero, en esta ocasión hacemos llegar una felicitación muy sentida a cada uno de los que ha llegado a tantos años de servicio a Dios en el sacerdocio transmitido por la Iglesia. Que sean muchos años más de su presencia en la viña del Señor.
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