Fundamentalismo Católico
Quién iba a pensar que después de unos años en los que tanto hablábamos de fundamentalismo protestante, islámico, político, tendríamos que llegar a tratar el tema del…
Tratarlo y soportarlo. Tema que, por supuesto, siempre ha existido pero ahora, cada vez más encolerizado. ¿Qué es el fundamentalismo? Dice la RAE que se trata de una "exigencia intransigente de sometimiento a una doctrina o práctica establecida". Jesucristo nunca fue fundamentalista; nunca forzó a nadie a aceptar ningún tipo de doctrina o enseñanza, ofreció libertad a todos, a ninguno mandó al "infierno" por no seguir sus pasos. Eso sí, habló claro, despejado, sin ambages. Pero Él, omnipotente, desde el primer momento de la creación del hombre quiso hacer una especie de "suspensión" de su poder, frente a la conciencia, la libertad y la voluntad del ser humano para no forzar ninguna respuesta que no saliera de su corazón, su razón y su asentimiento libre.
Por el contrario, debemos constatar con tristeza que en el mundo católico cada vez es más frecuente encontrar personas que se vuelven intransigentes con sus "creencias". Hace poco una persona me reprochó porque yo no creía en los mensajes de una vidente que anuncia el fin del mundo con fuego ardiente, azufre, terremotos y cosas por el estilo, debido a la falta de conversión de la humanidad; todo ello, corroborado – según la vidente –, por la Virgen María y por las Sagradas Escrituras. Otra persona, muy de la Iglesia, me ha llamado la atención por el hecho de que haya recibido en confesión a una persona que ella sabía que había abortado y que por lo tanto – textualmente me dijo – "Ya está en el infierno" según había visto en un programa de televisión "católico" (Donde, por lo visto, no conocen ni el derecho canónico, ni la praxis pastoral de la Iglesia y mucho menos la situación real del penitente).
He leído en una red social de supuestos católicos que debemos poner en duda la legitimidad del papado de Francisco porque "ha abolido el infierno, acepta a los homosexuales y perdona el aborto"; todas estas, argumentaciones tendenciosas y descontextualizadas. Otros insisten en que los sacerdotes deben dar la comunión a los fieles solo de rodillas, que quien la recibe en la mano le sigue el juego al demonio y que los ministros extraordinarios de la comunión a los enfermos son herejes. Un grupo "de los nuestros" anda diciendo que las relaciones sexuales dentro del matrimonio son pecaminosas así sea para la procreación y otros, en la antípoda, que hasta los métodos naturales para espaciar los hijos son inmorales. Finalmente, hace poco leí un artículo de un sacerdote que declara que los ateos tienen una incapacidad natural para abrirse a la experiencia del Amor y que por lo tanto sus obras no están marcadas por la bondad. Cosas así... la lista es larga.
En este mundo de relativismos y subjetivismos, no podemos darle la razón a todos los que pretenden una Iglesia de puritanos, exclusivista, y por ello se reducen a moralismos excluyentes y fundamentalistas. Por el contrario, se trata de seguir el método de Jesús: conocer la verdad como la enseña en realidad la Iglesia, saber decirla, dar argumentos concienzudos y no solo opiniones o pareceres y saber esperar, sin forzar, la reacción del interlocutor. Saber escuchar, porque podemos estar equivocados al exponerla. Saber corregir, si caímos en el error. Estar dispuestos a creer que la Verdad de Cristo está en la Iglesia y saber que el Señor nos enseñó el método de la acogida, de la cercanía, de la escucha, nunca de la exclusión ni la condenación. ¿Por qué nos cuesta tanto ser como Jesús?
Fuente Disminuir
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