En la consagración de un nuevo obispo
Miembro del clero de la Arquidiócesis de Bogotá y quien se desempeñaba como vicario episcopal. La consagración tuvo lugar en la catedral de la arquidiócesis, el sábado 14 de agosto de 2021, y estuvo concelebrada por más de 20 arzobispos y obispos y más de 120 sacerdotes; participaron numerosos fieles.
Como sucede siempre que se consagra un nuevo obispo, este fue en un día de júbilo para la Iglesia en Bogotá, entre otras razones, por tratarse de un sacerdote de esta misma iglesia, en la cual se ordenó y a la cual ha servido por más de 38 años y, por tanto, la conoce y sabe de su quehacer pastoral en forma suficiente.
Los obispos de la Iglesia católica están hoy ante retos enormes y ahora monseñor Medina Acosta entra a formar parte de este grupo de hombres que Dios ha puesto al frente de su rebaño.
Ha sido el mismo Papa Francisco quien ha retado a toda la Iglesia a ser una comunidad en salida, misionera, no encerrada en sí misma. Esto no siempre es fácil de llevar a la realidad cuando de iglesias tradicionales y muy grandes en sus estructuras se trata, como el caso de Bogotá. Sin embargo, los mismos pastores tienen que motivar a fondo esta nueva actitud para rejuvenecer a la iglesia local y para que muchas personas lleguen realmente al conocimiento de Jesús.
La imagen del obispo sentado en un gran sillón en su oficina esperando a las personas es apenas un cuadro del pasado. Está demostrado que muchas veces se hacen mejores y más estimulantes pastores con situación de cercanía y acompañamiento a las comunidades que con otros medios ya poco eficaces hoy en día. También se requieren, entonces, obispos en salida.
Monseñor Germán Medina ha sido consagrado para una ciudad y unos municipios cercanos que, aun teniendo una huella de catolicidad muy profunda, se han hecho cada día más duros de evangelizar. Un imparable espíritu secularista y laicista ha hecho que la labor pastoral se haga más ardua y difícil.
Bogotá también se ha convertido en una ciudad llena de tensiones, con escaso sentido de pertenencia de parte de sus habitantes, muchas veces marcada por la falta de autoridad y protección a las gentes y esto ha dado por formar el carácter de sus habitantes, más bien distantes y desconfiados en muchos aspectos. Se enfrenta toda la Iglesia en Bogotá al reto de renovar sus métodos de evangelización y de hacerse más cercana a las personas en su vida cotidiana. Esto deben comprenderlo, en primer lugar, los pastores.
Pero queda también situado el nuevo obispo auxiliar en medio de una arquidiócesis llena de vigor y de trabajo, lo mismo que con un clero que ha sido tradicionalmente cercano y obediente a sus legítimos pastores. Asimismo, en una iglesia particular que tiene una valiosísima y amplia presencia de las congregaciones religiosas, tanto femeninas como masculinas, con infinidad de responsabilidades y obras de evangelización y atención a los pobres.
En los últimos años ha crecido notablemente el diaconado permanente y la participación de laicos bien formados en la tarea propia de la Iglesia, que es evangelizar. Todo esto tiene que causar una gran serenidad y mucha alegría en quien ha sido elegido para suceder a los apóstoles en su misión.
La Arquidiócesis de Bogotá se siente bendecida en la consagración del obispo Germán Medina y con toda seguridad, en trabajo mancomunado, harán que el Reino de Dios se siga extendiendo en esta porción del pueblo de Dios.
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