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Novena de Navidad: Quinto día

20 de diciembre de 2025
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Quinto día: 20 de diciembre 

Oración para todos los días

Bondadoso Dios de infinita caridad, que tanto amaste a los hombres, que les diste en tu Hijo la mejor prenda de tu amor, para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen, naciera en un pesebre para nuestra salud y remedio. Nosotros, en nombre de todos los mortales, te damos infinitas gracias por tan soberano beneficio. En retorno de él te ofrecemos la pobreza, humildad y demás virtudes de tu Hijo humanado, suplicándote por sus divinos méritos, por las incomodidades con que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongas nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con total desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo

 

Quinto fruto

Del miedo a la valentía y a la confianza T

Texto bíblico: Lucas 1, 26-38

Similarmente a la situación de Isabel y Zacarías, que como meditábamos ayer, hace evidentes los límites físicos y connaturales de la condición humana, la historia de María, la madre de Jesús, es un claro ejemplo de que además existen ciertas disposiciones anímicas que podrían llegar a limitar las reales posibilidades de una persona respecto de sus potencialidades y su misión en el mundo. El saludo del ángel a la joven doncella de Nazaret es revelador de este posible escenario: María escucha del enviado del Señor las palabras “no temas”. Nos podemos imaginar la sorpresa y el temor de María ante la manifestación de la voluntad de Dios, al modo como cualquiera de nosotros pudiera también sorprenderse ante un hecho extraordinario o inesperado, al punto de inmovilizarnos y hacernos incapaces de una respuesta. Para fortuna nuestra, la disposición de María ante los planes divinos es absoluta, y aunque ella misma se declara ante el Señor como la más pequeña y humilde de sus servidoras, su respuesta afirmativa es la constatación Día quinto de que sus posibles temores no la detuvieron de frente a la tarea recibida que pedía de su parte una conducta valiente y decidida, mucho más fuerte que cualquier sensación de limitación. ¡Cómo nos ayuda la valentía de María! Su respuesta valerosa nos anima de frente a esos retos que recibimos de la vida y que nos invitan cada día a superarnos y a ser mejores. Cuando hay temores excesivos y no afrontados, la persona se convierte a sí misma en la causa de su propia limitación, y por ende, en el motivo de su propio fracaso. Estamos ante el desafío que pide de nuestra parte valor y determinación como única vía para vencer e ánimo de la excusa propia de las inseguridades que rondan el corazón. Como María, sabemos que no estamos solos de frente a los planes del Señor, por difíciles de comprender que nos resulten. Dios nos sostiene, Dios nos hace más fuertes, es más, Dios nos capacita para hacerle frente a la misión recibida, la certeza de que su voluntad se dirige a la salvación de la humanidad entera, alimenta y alienta nuestra esperanza. Próximos a celebrar su nacimiento, supliquemos al Señor en este quinto día de la novena que, animados por la esperanza y conscientes de nuestras capacidades para cumplir nuestra misión en el mundo, transforme nuestros miedos en confianza; y que estimulados por la valentía de María, y sin desconocer la exigencia de lo que se nos pide, podamos responder siempre afirmativamente al plan de Dios, aun en lo difícil, con la alegría de saber que él siempre está con nosotros.

Gozos al Niño Jesús

Dulce Jesús mío,
mi Niño adorado,
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven, no tardes tanto!

Oh Sapiencia suma del Dios soberano, que a infantil alcance te rebajas sacro!
¡!Oh Divino Niño, ven para enseñarnos la prudencia que hace verdaderos sabios!


¡Oh, Adonai potente que a Moisés hablando, de Israel al pueblo diste los mandatos!
¡Ah! ven prontamente para rescatarnos,
y que un Niño débil muestre fuerte brazo!


¡Oh raíz sagrada de Jesé, que en lo alto presentas al orbe
tu fragante nardo!
¡Dulcísimo Niño
que has sido llamado lirio de los valles, bella flor del campo

Llave de David
que abre al desterrado las cerradas puertas de regio palacio!
¡Sácanos, Oh Niño, con tu blanca mano, de la cárcel triste que labró el pecado!


¡Oh lumbre de Oriente, sol de eternos rayos, que entre las tinieblas tu esplendor veamos! ¡Niño tan precioso, dicha del cristiano, luzca la sonrisa
de tus dulces labios!


¡Espejo sin mancha, Santo de los santos, sin igual imagen
del Dios Soberano!
¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado
y, en forma de Niño, da al mísero amparo!

Rey de las naciones, Emmanuel preclaro, de Israel anhelo, Pastor del rebaño!
¡Niño que apacientas con suave cayado
ya la oveja arisca,
ya el cordero manso!


¡Ábranse los cielos
y llueva de lo alto bienhechor rocío, como riego santo!
¡Ven hermoso Niño, ven Dios humanado! ¡Luce hermosa estrella, brota, flor del campo!
¡Ven, que ya María previene sus brazos, do su Niño vean,
en tiempo cercano!

Ven, que ya José,
con anhelo sacro,
se dispone a hacerse de tu amor sagrario!


¡Del débil auxilio,
del doliente amparo, consuelo del triste,
luz del desterrado!
¡Vida de mi vida,
mi Dueño adorado, mi constante amigo, mi divino hermano!
 

¡Véante mis ojos
de Ti enamorados!
¡Bese ya tus plantas!
¡Bese ya tus manos!
¡Prosternado en tierra, te tiendo los brazos,
y aún más que mis frases te dice mi llanto!

¡Ven, Salvador nuestro, por quien suspiramos, ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven, no tardes tanto!

 

Oración a la Santísima Virgen María

Soberana María, que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste que todo un Dios te escogiera por madre suya, te suplicamos que tú misma prepares y dispongas mi alma y la de todos los que en este tiempo hicieran esta novena, para el nacimiento espiritual de tu adorado Hijo. ¡Oh, dulcísima Madre! Comunícanos algo del profundo recogimiento y divina ternura con que le aguardaste, para que nos hagas menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén. 

Dios te salve, María.

 

Oración a san José

¡Oh Santísimo José, esposo de María y padre adoptivo de Jesús! Infinitas gracias damos a Dios porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Te rogamos, por el amor que tuviste al Divino Niño, nos abraces en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su divina esencia le veamos y le gocemos en el cielo. Amén. 

Padre Nuestro.

Oración al Niño Jesús

Acuérdate, ¡oh, dulcísimo Niño Jesús! que dijiste a la venerable Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos tus devotos estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”. Llenos de confianza en Ti, oh Jesús, que eres la misma verdad, venimos a presentarte toda nuestra miseria. Ayúdanos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada. Concédenos por los méritos de tu encarnación y de tu infancia, la gracia de la cual necesitamos tanto. Nos entregamos a Ti, ¡!oh Niño omnipotente!, seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza y de que, en virtud de tu divina promesa, acogerás y responderás favorablemente nuestra súplica. Amén. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

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