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El Papa y la Amazonia

17 de febrero de 2020

La Exhortación “Querida Amazonia” no satisface la mente de quienes esperaban que fuera ocasión para introducir cambios de todo tipo en la Iglesia, bien fuera a nivel…

Con fecha 2 de febrero de 2020, fiesta de la Presentación del Señor, el papa Francisco entregó a la Iglesia, y al mundo entero, la Exhortación Apostólica Postsinodal “Querida Amazonia”. Dice el Sumo Pontífice en el número 2: “Solo deseo aportar un breve marco de reflexión que encarne en la realidad amazónica una síntesis de algunas grandes preocupaciones que ya expresé en mis documentos anteriores y que ayude y oriente a una armoniosa, creativa y fructífera recepción de todo el camino sinodal”. Esta frase da la dimensión precisa del escrito del papa Francisco: quiere hacer un aporte acerca de la realidad de la Amazonia. El papa no pretende tener la última palabra sobre esta región suramericana, sino más bien invitar a que se conozca el trabajo sinodal y se continúe en la tarea de reflexión sobre la misma y sobre la labor de la Iglesia en ese lugar.

El Papa plantea sus inquietudes en forma de sueños y señala específicamente cuatro.  Tienen que ver con los derechos de los más pobres que habitan esta región, con la preservación de la riqueza cultural que allí existe, con el cuidado de la naturaleza y, llama la atención por estar en cuarto lugar y no en primero, la presencia de comunidades cristianas “capaces de entregarse y de encarnarse en la Amazonia, hasta el punto de regalar a la Iglesia nuevos rostros con rasgos amazónicos”. Se puede decir que el papa Francisco ha querido plantear una visión integral de la realidad que se da en la Amazonia, de manera que, en adelante, para todos los que sienten verdadero interés por este pedazo de la casa común, se actúe en consonancia con todo lo que allí existe.

La Exhortación “Querida Amazonia” no satisface la mente de quienes esperaban que fuera ocasión para introducir cambios de todo tipo en la Iglesia, bien fuera a nivel local o universal. Ese no era el objetivo del sínodo y, además, en varios párrafos se percibe que los mismos participantes de esa asamblea eclesial tienen una visión mucho más realista de las cosas, que aquellos que teorizan desde lejanos lugares o aulas de clase sobre lo que es y debe ser, por ejemplo, la presencia de la Iglesia en la región amazónica. Y tienen clarísimo que dicha región no está habitada por ángeles, sino por pueblos indígenas y sus propias culturas, todas con luces y sombras. Y habitada por colonos y por grandes industrias extractivas y madereras que han generado unas presiones inmensas sobre el hombre y sobre los recursos de la selva.

Respecto a la presencia de la Iglesia en la Amazonia, para el papa Francisco está claro que el tema de fondo no tiene nada que ver con el celibato sacerdotal. Se trata, más bien, de pensar nuevas formas de presencia y acción eclesial en la región. Se trata de ver de qué manera se logra que más personas quieran consagrarse para ir a realizar la misión allí. Se trata, y es cosa de la mayor importancia, de que la Iglesia se presente allí con la certeza de que el mensaje de Jesucristo y la acción que del mismo se deriva, sigue teniendo un valor inmenso para proponerlo a las comunidades que habitan la selva amazónica. Porque, en definitiva, lo más importante que hay para atender y salvar en la Amazonia, afirma el pontífice, es la comunidad humana que la habita y así se dará una ecología integral. Y tal vez este es el punto central de la exhortación: cómo servir a las hombres y mujeres que habitan hoy la Amazonia y que se encuentran muy empobrecidos y como arrinconados en las profundidades de la selva. A partir de este principio se debe hacer lo demás. Este nuevo documento del Papa es, entonces, una invitación para continuar reflexionando sobre un tema de la mayor actualidad en la Iglesia y en el mundo.

Imagen: vaticannews

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