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El bien común, máximo criterio en política

12 de junio de 2018

La actual campaña política por la presidencia de la república ha dejado la sensación de que hay más defensa de intereses e ideologías, que de propósito de servicio a la…

En los últimos años la comunidad colombiana ha visto el logro de grandes propósitos nacionales como la construcción de la paz justa y duradera, el desarrollo de todo tipo de infraestructura, la universalización de la educación básica y secundaria y la ampliación de la superior. También se ha extendido el servicio de salud a la mayoría de la población. Pero ha contemplado esta comunidad nacional el auge sin precedentes de la corrupción a lo largo y ancho del país. Ha visto que la equidad sigue siendo esquiva a por lo menos el 30% de los habitantes de la nación, que aún viven en niveles intolerables de pobreza. La educación superior pública no crece al ritmo que se necesita y la privada ha empezado a tener unos costos exorbitantes que dividen aún más la conformación de la sociedad entre ricos y pobres. Los campesinos siguen viviendo en buena parte en condiciones de pobreza grande, sin que nadie pague justamente su trabajo y sus productos. En síntesis, el país ha avanzado en su desarrollo y las cifras así lo indican. Como también señalan que falta muchísimo por hacer para que todos los colombianos puedan gozar de un nivel de vida digno, duradero y tranquilo.

Por todo lo anterior y otras razones que no caben por falta de espacio, es imperativo seguir insistiendo que el logro del bien común debe ser el criterio de toda acción política y de toda acción tanto pública como privada que influya sobre la sociedad. La actual campaña política por la presidencia de la república ha dejado la sensación de que hay más defensa de intereses e ideologías, que de propósito de servicio a la nación. Ojalá no sea sino el fragor típico de la búsqueda del poder. Porque en el pensamiento de cada líder político el primer lugar debe estar ocupado por la pregunta acerca de qué es lo que beneficia a más ciudadanos para proceder a realizarlo. Ningún gobernante debe dejarse atrapar por grupos particulares que quieren al Estado a su servicio, bien sea en virtud de su poder económico, político, ideológico, militar o de cualquiera otra índole. Un gobierno inteligente, capaz y decidido deberá lograr aunar esfuerzos para producir el máximo de frutos para la mayor cantidad posible de ciudadanos.

La política colombiana, sin embargo, parece estar copada por el propósito de beneficiar en primer lugar a los gobernantes y no a los gobernados. Y esto seguirá siendo así mientras la misma ciudadanía no se haga cargo de que sus líderes trabajen para ella y no al revés. Está demostrado que las instancias de control del Estado poco y nada controlan y casi siempre llegan tarde cuando los problemas ya son insolubles. Una ciudadanía viva y participativa será la única capaz de poner sobre las mesas de discusión gubernamental los reales problemas de la nación. Y qué bueno que quien vaya a gobernar comenzara a hacer la lista de los principales y reales problemas de la gente, que no son ni por mucho los que a diario nos mencionan, sino otros tan palpables como la educación, el transporte, la vivienda, la salud, la alimentación, las vías, el ingreso económico, etc. ¡Con qué cinismo a diario se oye a los gobernantes hablando de unos temas y ocupándose de unas tonterías que apenas sí tienen que ver con la vida del ciudadano de a pie!

La construcción del bien común atañe a toda la sociedad, pero ciertamente es imperativo moral para quienes gobiernan, para quienes tienen más posibilidades políticas y económicas, para quienes tienen más educación. Colombia ya ha logrado cosas importantes en su desarrollo humano, material y social. Pero queda mucho por hacer y todos los miembros de la nación deben aportar a acrecentar lo ya logrado. Hay que construir sobre lo ya construido. Hay que conservar lo que está bien hecho. Hay que mejorar lo que aún es imperfecto. Hay que suprimir lo que no tiene sentido y solo beneficia a unos pocos. Es urgente cuidar con lupa los recursos públicos, como hay que poner a los mejores a liderar este difícil proceso de ensanchar el bien común desde la Guajira hasta el Amazonas, desde el Pacífico hasta el Orinoco, tocando las tres cordilleras, las llanuras y todo el territorio colombiano. Pero tocando, sobre todo, para bien, la vida de cada colombiano.

 

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