Apoyar la búsqueda de la verdad
La Iglesia no puede cohonestar el que las víctimas sigan sintiendo que su dolor en últimas no importa realmente a nadie. Que el padre De Roux sienta que hay toda una…
Tal vez ninguna institución ha dedicado tanta reflexión al tema de la verdad como lo ha hecho la Iglesia católica. Inspirada en la afirmación bíblica de que la verdad nos hará libres y en otras máximas de la Sagrada Escritura, la Iglesia ha comprendido desde sus inicios que el amor a la verdad es una de las mejores herramientas contra el imperio de la mentira y el mal. Mientras la verdad no brille en todo su esplendor, quedará campo amplio para la falsedad, el engaño, el atropello a la dignidad humana y para el desconocimiento de Dios mismo. Por todo esto, es apenas natural que, en la búsqueda de la verdad, en el campo que se quiera, la Iglesia siente que siempre tiene algo importante para decir y hacer.
En este contexto, nada de raro tiene que la comisión de búsqueda de la verdad acerca del conflicto armado colombiano, esté encabezada por un sacerdote católico, el padre jesuita Rodolfo de Roux. Y él, mejor que nadie, sabe que no está presidiendo un trabajo fácil y que el camino por recorrer será arduo y, sobre todo, incomprendido. Ya han empezado estas incomprensiones, generalmente malintencionadas, pues hay amplios sectores de la vida colombiana que están muy interesados en que no se conozca en plenitud lo que sucedió en las épocas de nuestra violencia interior. Eso era de esperarse. Y con toda seguridad, durante el tiempo que dure el trabajo de esta comisión, habrá muchos inconvenientes y asonadas para tratar de impedir que se haga visible lo que es a todas luces inadmisible y que por eso mismo debe ser puesto a la luz pública para que no vuelva a repetirse.
El padre De Roux y la comisión requieren el apoyo irrestricto de todos los que en Colombia aman la paz justa y duradera. La Iglesia, en primer lugar. La comunidad eclesial, encabezada por los obispos, tiene que ser la primera en hacerle saber al padre De Roux que cuenta, no solo con su oración, sino también con su apoyo moral y material cuando lo requiera su delicada tarea. Él es sacerdote de la Iglesia y en todo actúa como tal. En ocasiones se ha insinuado que la Iglesia puede haber sido demasiado silenciosa en el tema de la paz, cosa que no es en absoluta cierta, pero que indica que quizás hay que hablar con más fuerza y con más claridad. Y con toda seguridad al padre De Roux le vendrá muy bien sentir la voz de apoyo de la comunidad eclesial para que no desfallezca en una misión que apenas comienza.
La labor de la comisión, bajo la tutoría de un sacerdote católico, puede ser también para la Iglesia una oportunidad importante para reafirmar su independencia y originalidad en cuanto a los temas de la reconciliación nacional, incluso echando mano a los mensajes pronunciados por el papa Francisco en su visita a Colombia el año pasado. No faltan sectores de la vida nacional que quieran utilizar a la Iglesia para hacer avanzar sus posturas parciales o con intereses ocultos. La Iglesia, lo ha repetido hasta la saciedad, es partidaria absoluta de la paz y la reconciliación, como lo es también de la necesidad de conocer la verdad profunda de los acontecimientos del pasado, no para juzgar a nadie, sino para construir sobre terreno firme la Colombia del futuro. La Iglesia no puede cohonestar el que las víctimas sigan sintiendo que su dolor en últimas no importa realmente a nadie. Que el padre De Roux sienta que hay toda una comunidad que valora su valiente empeño en la búsqueda de la verdad y que no dude de que con su trabajo no está haciendo otra cosa que poniendo por obra las enseñanzas del Evangelio. Ese es el verdadero cristianismo.
PD: La vulgaridad de Antanas Mockus es una afrenta a la ciudadanía que se suma a todas las que se hacen todos los días desde el Congreso de la República.
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