¿Qué sentido tiene nombrar un Cardenal de 94 años?
En estos días, al hablar con algunas personas, en diferentes momentos y circunstancias, ha salido el tema del reciente nombramiento que el Papa Francisco ha hecho de un…
Y la pregunta, espontánea, es: ¿Para qué nombrarlo a esa edad, cuando ya está retirado y cuando, por el hecho de ser mayor de 80 años, no podría, eventualmente, participar en la elección del Papa?.
En mi personal opinión, muy personal, entre otros muchos que se podrían seguramente extraer, hay dos mensajes significativos, que además resultan elocuentes tanto para los sacerdotes como para los fieles en general.
En primer lugar, se trata de un mensaje contra el deseo de hacer "carriera", como dicen los italianos. Al reconocer a una persona mayor en años y experiencia, que está, por decirlo así, "por encima del bien y del mal", el Papa está diciendo que las distinciones son el reconocimiento a toda una vida gastada en servicio de la Iglesia, para que ese modo de vivir se convierta justamente en un referente para los demás miembros del Pueblo de Dios.
En ese sentido, la distinción no es un trampolín para obtener otras cosas, ni para vanagloriarse. Puede ser útil, en ese sentido, que nos preguntemos si en nuestro diario vivir andamos buscando reconocimientos, aprobaciones o validaciones de parte de los otros. Creo que vivir todas las cosas de cara a Dios supone un remedio contra la ansiedad y el estrés que produce vivir en función de la opinión de los hombres.
En segundo lugar, y creo que esto tiene un particular valor, supone también una fuerte invitación a valorar a las personas mayores. El mundo en que nos movemos nos propone la juventud como una especie de ideal quimérico que hay que buscar a cualquier precio. La Escritura y la Tradición de la Iglesia, en cambio, sitúan a los ancianos en su verdadero lugar: el de la experiencia y la sabiduría.
Es probable que todos nosotros tengamos algún anciano cerca. Quizás sea el tiempo de preguntarnos cómo los estamos tratando. También puede ser la ocasión para preguntarnos cómo estamos recibiendo el paso de los años en nuestra propia vida.
¡Gracias, Papa Francisco, nos propones siempre cosas sugerentes!
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