Nuestra Señora del Campo: Comunidad, fe y compromiso en Usaquén
La parroquia Nuestra Señora del Campo, se encuentra ubicada en el barrio Cedro golf, localidad de Usaquén, al norte de Bogotá. Fue erigida oficialmente el 8 de enero de 1996 mediante el Decreto No. 078. El territorio que abarca esta parroquia fue anteriormente parte de la parroquia Nuestra Señora del Consuelo, atendida en su momento por la Comunidad de Hijos de la Sagrada Familia. El templo parroquial fue consagrado en 1999 por monseñor Óscar Urbina Ortega, entonces Obispo Auxiliar de Bogotá. La parroquia abarca los barrios Cedro Golf y Cedro Madeira, dentro de los límites comprendidos entre la Calle 147 y la Calle 153, la Carrera 7 y la Carrera 9.
Comunidad
Su párroco actual, es el padre Gustavo Casas, quien describe a la comunidad de Nuestra Señora del Campo como un grupo predominantemente de adultos mayores. "La mayoría de las personas son adultas, ya que se van quedando en el barrio; son personas pensionadas, y algunos empleados. Realmente, la mayor parte son adultos o pensionados", explica el padre Casas, lo cual marca un reto en la búsqueda de nuevos servidores y en el acompañamiento pastoral.
Grupos parroquiales
La parroquia cuenta con diversos grupos que realizan actividades para apoyar a la comunidad. Según el padre Casas, "tenemos los grupos tradicionales como los lectores, los ministros extraordinarios de la comunión, los catequistas y la pastoral social", quienes también extienden su apoyo a una comunidad en situación vulnerable ubicada en la Carrera 7. A través de esta labor, se ofrecen no solo mercados sino también talleres y orientación social. Además, existen grupos de Infancia Misionera, Emaús para hombres y mujeres, y la Legión de María, entre otros, que permiten la integración y el acompañamiento espiritual en diversas etapas de la vida.
Retos en la pastoral juvenil
Un desafío importante que enfrenta la parroquia es la ausencia de jóvenes en la comunidad. "Con los jóvenes ha sido difícil. Ni siquiera en la preparación para confirmación, que podría ser un surtidor de jóvenes, han salido en los últimos años", comenta el padre Casas. Este es un reflejo de la realidad demográfica del sector, donde pocos jóvenes residen y aquellos que lo hacen tienden a mudarse por estudios o trabajo. A pesar de esta situación, la parroquia se mantiene esperanzada en poder generar una nueva semilla de jóvenes que puedan integrarse a la vida pastoral.
La Importancia de la formación
El padre Casas destaca que uno de los frutos de la parroquia ha sido el fortalecimiento en la formación de los laicos y en la cultura del compromiso evangelizador. "La formación, el suscitar conciencia y compromiso son fundamentales, ya que buscamos forjar discípulos misioneros que puedan ser servidores de la comunidad", resalta el padre Casas. Este enfoque se alinea con el camino sinodal impulsado por la Arquidiócesis, cuyo objetivo es fomentar una comunidad más fraterna y comprometida.
A pesar de los retos, el Padre Casas destaca los frutos de la parroquia en la formación y compromiso de los fieles. Siguiendo el espíritu de evangelización impulsado por la Arquidiócesis y el camino sinodal, la parroquia ha fomentado la formación de discípulos misioneros, el conocimiento de la palabra de Dios y la fraternidad. Esta labor pastoral también se extiende hacia los enfermos y adultos mayores, quienes reciben visitas y acompañamiento espiritual.
El padre Casas reafirma el propósito de la parroquia en llevar esperanza a quienes lo necesitan, ya sea a través de visitas a enfermos o de acompañamiento espiritual. "Es el proceso de esas semillas de esperanza que se nos pide en estos momentos", señala. La parroquia, entonces, no solo es un lugar de culto, sino un espacio de encuentro, solidaridad y proyección fraterna en el corazón de la comunidad de Usaquén.
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