LITURGIA Septiembre 30 La ayuda y la zancadilla

Desde hace tres domingos venimos acompañando la formación de los discípulos que Jesús realiza mientras va de camino con ellos hacia Jerusalén, esta enseñanza está…
En el evangelio de la misa de hoy reconocemos dos partes, en la primera leemos el episodio del ‘exorcista anónimo’ y en la segunda tenemos una llamada de Jesús al radicalismo en la opción de discipulado.
El episodio del exorcista anónimo se abre reconociendo implícitamente que entre el pueblo se aprecia la actividad liberadora de Jesús, tanto que los discípulos de Jesús han sido testigos de alguien que para expulsar los demonios acude al nombre de Jesús. Juan y, probablemente, alguien más del grupo de los discípulos le han prohibido que siguiera con la actividad de expulsar demonios empleando el buen nombre de Jesús; el motivo que expresan los censores del exorcista extraño es que «no viene con nosotros»; en el texto griego se expresa con una frase despectiva, algo así como ‘Ése no anda con nosotros’.
Al pasar del argumento de Juan a la respuesta de Jesús –«No se lo prohíban»– se reconoce la diferencia entre la manera como Jesús entiende su misión y la percepción que de la misma tienen los discípulos. Hemos venido descubriendo que Jesús invita a los discípulos a seguirlo, a compartir su destino, esto es, a entregar la vida, y en ello precisamente consiste la salvación. Al mismo tiempo, en esta parte del evangelio de Marcos nos hemos venido enterando de que los discípulos tienen otra idea de seguir a Jesús y por ello igualmente otra idea de Mesías y de salvación.
En la escena del evangelio de la misa que leímos el domingo pasado, entendíamos que la idea que tienen los discípulos sobre seguir a Jesús es caminar simplemente a su lado para asegurarse un futuro glorioso; para esta manera de ver la el seguimiento, la afirmación de Juan –‘Ése no anda con nosotros’– manifiesta la incomodidad de los discípulos ante alguien que sin ser del grupo, ha comprendido mejor que ellos el camino que Jesús viene proponiendo.
La mirada de Jesús es más amplia: el Reino. El Reino de Dios conlleva la liberación del hombre por la presencia de Jesús en medio de nosotros, desde esta perspectiva el exorcista anónimo hace lo que Jesús realiza: está ayudando a Jesús y a sus discípulos a hacer manifiesto el Reino entre los hombres.
Al mismo tiempo la declaración de Jesús nos lleva a aceptar la ayuda que viene de fuera de la comunidad.
Una frase sobre la ayuda cierra la primera parte del evangelio de hoy: «Y el que les dé a beber un vaso de agua porque son de Cristo, en verdad les digo que no se quedará sin recompensa». Jesús nos revela que quien como el exorcista anónimo ayuda a los discípulos participará del Reino en la plenitud.
En la segunda parte del evangelio de este domingo tenemos una llamada de Jesús a la radicalidad de los discípulos en el seguimiento; esta parte está construida a partir de frases enlazadas o ligadas entre sí por el verbo griego ‘skandalízo’ (escandalizar, en castellano) y que el leccionario ha traducido como ‘inducir a pecar’. El sentido griego de ‘skandalízo’ es algo así como colocar trampas, poner obstáculos en el camino, hacer zancadilla.
El evangelio de la misa de este domingo en su conjunto reúne dos enseñanzas a los discípulos, una sobre la ayuda y otra sobre la zancadilla. La primera parte del evangelio de hoy termina con una promesa a quien ayuda, inmediatamente después se abre la segunda parte anunciando un juicio
severo a quien pone zancadilla al hermano pequeño (débil) «El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar»; el domingo pasado Jesús ilustró la realidad de los débiles o últimos con la imagen de un niño, el texto de hoy nos lleva a pensar en los ‘pequeños que creen’ como los caracterizados en las bienaventuranzas (véase Mateo 5, 3-12): los pobres, los que sufren, los humildes, los limpios de corazón, etc.
Esta segunda parte anuncia en primer lugar un juicio severo y un castigo inevitable a quien ponga zancadilla a los auténticos seguidores de Jesús; pero también invita a todos los discípulos a tomar consciencia de los obstáculos que cada uno va reconociendo en su experiencia de seguir a Jesús y a luchar contra esas situaciones que actúan como zancadilla en el seguimiento. En el fondo una llamada a la radicalidad.
Fuente Disminuir
Fuente