LITURGIA Noviembre 18 ¡Él está a la puerta!

Concluimos este domingo nuestra lectura del relato de San Marcos en el evangelio de la misa. Estando en Jerusalén, los discípulos llaman la atención de Jesús sobre la…
El evangelio de la misa de hoy (Marcos 13, 24-32) tiene dos partes, en la primera Jesús anuncia la venida del Hijo del hombre al final de tiempo, en la segunda parte advierte sobre el desconocimiento del día y la hora de este advenimiento.
Jesús responde a sus discípulos refiriendo situaciones de crisis, hambrunas y guerras como preludio de la destrucción de la ciudad de Jerusalén, a continuación vienen los versículos que escuchamos hoy en el evangelio de la misa, por ello nuestra traducción empieza: «En aquellos días, después de la gran angustia».
El anuncio de la venida del Hijo del hombre está contextualizado en la revelación del final del tiempo: «el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán…». Evidentemente no se trata aquí de una información de tipo científico que tengamos que corroborar con lo que los astrofísicos nos dicen de la evolución de las estrellas.
En el relato bíblico de la creación leemos que el cuarto día «dijo Dios: “¡Fórmese en la bóveda del cielo astros que den luz y distingan el día de la noche y sirvan para señalar las fiestas, los diversos días y años!”» (Génesis 1, 14). Sobre esta afirmación de la creación de los astros, Jesús anuncia el final de la historia, y lo hace indicando precisamente el cese de la actividad de las creaturas que han tenido la misión de marcar el paso del tiempo y las actividades del hombre. Jesús anuncia así el fin del cosmos.
En un sentido más profundo, el cataclismo por el agotamiento de los astros lo podemos comprender como la situación del universo que devora lo inconsistente y esto lo vamos experimentamos anticipadamente cuando somos conscientes de que el paso del tiempo va decantando la vida a la vez que vamos siendo más maduros en todos los sentidos.
A continuación del anuncio sobre el final del tiempo, Jesús habla de dos situaciones que marcará la diferencia entre quienes llevan una vida inconsistente y los discípulos.
Quienes no estén preparados «verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y gloria»; con una frase igual Jesús anuncia el juicio de los miembros del sanedrín en el relato de la pasión (véase Marcos 14, 61-62). De manera que el final del tiempo conlleva un juicio a quienes llevan una vida inconsistente, es decir, una vida frívola.
Pero también, el final del tiempo significa para quienes han seguido el camino de Jesús ser congregados desde los cuatro puntos cardinales del cielo y de la tierra; de esta forma se expresa también el universalismo de la obra salvífica de Cristo y la presencia del amor de Dios actuando en la vida de la humanidad.
En la segunda parte del evangelio de la misa de hoy Jesús nos invita a vivir en la espera de su segunda venida, que está «a la puerta».
Esta invitación de Jesús la hemos venido escuchando cada generación de cristianos, desde la de los apóstoles hasta la presente. El aplazamiento de la segunda venida de Cristo provocó una de las primeras crisis entre las comunidades cristianas.
La afirmación de Jesús «no pasará esta generación sin que todo suceda», es una invitación a llevar una vida cristiana radical en el sentido de que los cristianos de cada época hemos de vivir como si
fuésemos la última generación sobre la tierra. Las experiencias de las generaciones de cristianos que nos han precedido y han ido enriqueciendo la Tradición viva de la Iglesia nos pone a los cristianos del tiempo presente en la situación óptima de conocer el Evangelio en mayor profundidad y con ello la responsabilidad de ser fieles hoy, de ser cristianos desde nuestra particular historia.
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