Pasar al contenido principal
#397dff

La Santísima Trinidad

15 de junio de 2025
545

Celebramos este domingo el misterio central de la fe cristiana, un misterio revelado por Nuestro Señor Jesucristo: Dios se revela como Padre, Hijo y Espíritu Santo. 

Nuestro Dios no es un ser nebuloso, impersonal, sin rostro. Un misterio que no es fruto ni invento de nuestra imaginación, que no es producto de especulación filosófica alguna. Es algo que trasciende nuestra mente y que conocemos porque el mismo Dios nos ha revelado

El Dios que nos ha revelado Jesús es un Dios familia, es vida compartida, es comunidad de amor, es comunión de personas. Es Dios que se acerca a nosotros para introducirnos en su intimidad, que ha llegado hasta nosotros en su Hijo hecho hombre, en todo semejante a nosotros, excepto en el pecado, y que nos ha dado su Espíritu Santo que vive en nuestros corazones como en un templo.

Lo que la Iglesia nos invita a hacer en este domingo, es a que confesemos nuestra fe en el misterio de un solo Dios en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.  No se trata de un juego de palabras, sino de una realidad misteriosa que conjuga la unidad absoluta con la Trinidad de personas. 

No es un misterio ilógico, y mucho menos absurdo. Es más bien algo superior a la razón, porque así quiso manifestarse Dios y así lo creemos y lo celebramos. Dios es comunión de personas.

No se trata entonces de ponernos a hacer elucubraciones, ni de pedir explicaciones que nadie puede dar, sino de contemplar con el corazón este círculo de amor del Padre que ama a su Hijo en el Espíritu Santo y de sentirnos incorporados a ese círculo de intimidad de Dios como hijos, como sacerdotes ,como hermanos, como templos en los que las Tres Personas divinas habitan. En El vivimos, nos movemos y existimos.

La liturgia de este domingo nos invita a contemplar este misterio, sublime y cercano al mismo tiempo. Es el Dios que nos ha revelado Jesucristo. En Jesús Dios Padre nos ha dicho todo sobre este misterio que es una invitación, un llamado, a ser levadura de comunión, consuelo y esperanza. Que todo el pueblo de Dios, toda la Iglesia, obispos, sacerdotes, diáconos, fieles bautizados, seamos ícono de la Trinidad. Que vivamos y trabajemos en comunión. Que a cada hora y en todo lugar demos testimonio de unidad, de verdadera fraternidad.

Padre Carlos Marín G.

Aumentar
Fuente
Disminuir
Fuente

Noticias relacionadas