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LITURGIA Mayo 29La presencia real de Cristo en la Eucaristía para la entrega de los cristianos en la vida diaria

26 de mayo de 2016
LITURGIA Mayo 29La presencia real de Cristo en la Eucaristía para la entrega de los cristianos en la vida diaria

En el calendario de la Iglesia, una vez concluidos los días de la celebración anual de la Pascua el retorno hacia las semanas del llamado tiempo durante el año se…

La celebración de este domingo surgió en la Edad Media como una respuesta a las controversias teológicas en torno a la presencia de Cristo en la Eucaristía; el teólogo más prestante de aquella época, Santo Tomás de Aquino (muerto en 1274) elaboró los textos para la liturgia de este día. Se comprende entonces que la celebración litúrgica es expresión de la fe: celebramos lo que creemos, creemos lo que celebramos.

Ha cambiado el contexto, la sensibilidad de los hombres y mujeres de nuestro tiempo lleva a los cristianos de hoy querer entender la presencia de Cristo en la Eucaristía como presencia en medio de la Iglesia y presencia para la entrega. Así por ejemplo, la oración colecta de la misa de este día, «nos dejaste en este sacramento el memorial de tu pasión, concédenos venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos en nosotros el fruto de tu redención», estimula a los cristianos a considerar la vida diaria como confesión y expresión de esta presencia de Cristo que actualiza su entrega.

La oración pide la gracia de venerar de tal modo la presencia de Cristo que se traduzca este acto religioso en la vivencia fiel del Evangelio en la cotidianidad de vida, pues experimentar la redención es ver de otra forma, vivir de otra manera, es experimentar la vida nueva.

La escena del evangelio de este domingo (Lucas 9, 11b-17) principia presentando a Jesús acogiendo a la multitud, pero se trata de mucho más que de un gesto de la hospitalidad, Jesús acoge a la gente les propone el proyecto del Reino de Dios y además libera a los que lo necesitan; es decir, Jesús acoge para anunciar y hacer presente el proyecto que Dios tiene para el ser humano. Viéndolo desde la presencia del Señor, resulta razonable considerar que Jesús se hace presente y se entrega a su misión, aquello para lo cual ha sido enviado.

El relato avanza refiriendo el fin del día y la manifiesta cautela de los Doce: deshacer la asamblea para que las personas vayan y resuelvan por ellos mismos el tema del alojamiento y de la comida. Frente a ello la propuesta de Jesús –«Denles ustedes de comer»– lleva a los discípulos a reconocer en primer lugar el alcance universal de la misión, pues en su argumentación, en el texto griego, responden que hay que comprar pan para ‘panta ton laón’ (literalmente: para ‘todo el pueblo’). Aquí la resonancia bíblica del término ‘pueblo’ como comunidad congregada para la alianza.

Pero además, en lo que plantean los Doce surge un contraste entre lo que el pueblo debe hacer y lo que deberían hacer los mismos discípulos, según ellos la gente debe ‘procurarse por sí misma’ lo que necesitan y los Doce debe ‘comprar’. Que ellos encuentren y que nosotros compremos. Frente a estas dos posibles soluciones se revela el efecto de la presencia de Jesús.

Resulta útil atender al resultado final del episodio. Generalmente en los relatos de milagro se concluye con la reacción de admiración por parte de los testigos alabando a Dios, reconociendo el poder de Jesús, el asombro. En la escena del evangelio de hoy la manera como el evangelista concluye orienta a los lectores hacia el reconocimiento de la abundancia: «Todos comieron y quedaron satisfechos. Después recogieron lo que les sobró: doce canastos llenos».

Frente a los cálculos humanos, la iniciativa de Dios en Jesús que acoge y se entrega, supera toda previsión humana. Este episodio, así, nos lo propone la Iglesia para que iluminar el sentido de la Eucaristía: presencia de Cristo acogiendo y entregándose.

 

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