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LITURGIA Junio 21 El temor a los hombres y el temor de Dios

18 de junio de 2020
LITURGIA Junio 21 El temor a los hombres y el temor de Dios

En este domingo retomamos la celebración de los domingos del tiempo litúrgico ‘Per annum’ que habíamos iniciado en enero y que suspendimos para celebrar la Pascua. Una…

El evangelista Mateo articula la historia de Jesús a partir de cinco discursos o sermones, el segundo de ellos (Mateo 10, 5-42) se introduce como instrucciones para la misión, pero una vez termina Jesús de dar estas instrucciones no son los discípulos quienes se marchan, sino es Jesús quien se va a predicar a las ciudades de la región (véase Mateo 11, 1). Esta marcha de Jesús no lleva a comprender este discurso a los discípulos como instrucciones acerca de la forma de vida del cristiano en el mundo. En el evangelio de la misa de hoy y del próximo domingo leemos la segunda y última parte de este discurso.

El evangelio de la misa de este domingo (Mateo 10, 26-33) se puede dividir en tres partes, en la primera sobresale un contraste entre lo secreto y lo conocido, la segunda es una exhortación a la fidelidad y a la confianza en el Padre del cielo, y la tercera parte propone la manifestación definitiva de la fidelidad del discípulo. En su conjunto, el evangelio de este domingo se puede comprender como la invitación a los discípulos para que no tengan miedo delante de las amenazas del ambiente, pues la comunidad cristiana está llamada a ser la comunidad en donde se contrastan los valores del mundo.

La primera parte se inicia con una exhortación a no tener miedo ante la persecución. Cuatro parejas ‒oculto/descubierto, secreto/conocido, oscuridad/luz, murmullo al oído/pregón desde la terraza‒ ambientan la motivación para no dejarse paralizar por el miedo sino, antes bien, actuar con determinación. De estos contrastes surge la inquietud sobre el tiempo o la situación en que lo oculto se hace manifiesto. Si consideramos el final del pasaje que leemos en la misa de hoy podríamos pensar que aquella revelación pública coincidiría con el fin del tiempo o el regreso del Hijo del hombre.

Puesto que se trata de una estimulación para actuar en medio de las persecuciones, entendemos que esta manifestación de lo oculto se comienza a dar en la historia. Visto así, estos contrastes buscan evidenciar la fortaleza del Evangelio, la solidez del proyecto de Dios. Al discípulo que experimenta que su fidelidad al Evangelio entra en tensión con el mundo, Jesús lo anima a considerar que el Reino que ha comenzado como un murmullo al oído, se manifestará abiertamente. Aunque el ambiente pareciera ahogar la voz del Evangelio, esta despuntará.

La segunda parte se abre también con una advertencia a no tener miedo. A los cristianos que viven en tensión entre la fidelidad al Evangelio y los estilos de vida que propone el mundo Jesús los exhorta a vivir bajo el temor de Dios.

En esta segunda parte la llamada a la confianza se presenta a través del contraste entre el temor humano y el temor de Dios. El temor humano surge ante sujetos, instituciones o fuerzas oscuras que creen disponer de la vida de los hombres, a ellos no hay que temer porque la vida de cada persona es don de Dios.

Jesús propone a sus discípulos no temer a los hombres sino vivir bajo el temor de Dios. En la tradición bíblica el temor de Dios se presenta como obediencia, confianza; en la reflexión de los llamados escritos sapienciales (Sabiduría, Eclesiástico, Eclesiastés) el temor de Dios principia por el conocimiento de la revelación para orientar la vida según esta revelación, de modo que el temor de Dios es una conducta de fidelidad a Dios. En el texto que comentamos, Jesús revela a Dios como

Padre que rodea a los hombres con su providencia paternal y con base en ella nos invita a vivir en obediencia a su voluntad. La vida del ser humano es sostenida por Dios en medio de sufrimientos.

La tercera parte del evangelio de hoy hace referencia al tiempo de la manifestación plena del proyecto de Dios, si el discípulo se deja dominar por el temor de los hombres, su vida termina en fracaso. Frente a las amenazas, Jesús, con el ejemplo de su vida anima a sus discípulos a vivir en obediencia al proyecto del Padre. El evangelio de la misa de hoy concluye con una invitación de Jesús a hacer pública confesión del proyecto del Reino, esta confesión pública, más que en discursos o anuncios, consiste en asumir el estilo de vida que Jesús nos revela en el Evangelio.

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