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LITURGIA diciembre 13 La misión del Mesías

15 de diciembre de 2018
LITURGIA diciembre 13 La misión del Mesías

Este domingo, tercero del Adviento, destaca la condición gozosa y alegre del tiempo de la espera. En la tradición de la liturgia romana se le conoce como ‘Dominica…

En el capítulo 3 del relato del evangelio según San Lucas podemos identificar la presentación de dos maneras de anuncio: la de Juan Bautista y la de Jesús; de este capítulo están tomados los versículos del evangelio de la misa de este domingo (Lucas 3, 10-18). Juan Bautista anuncia y presenta al Mesías como aquel que es «más fuerte» y que viene a realizar el juicio divino.

En un primer momento la idea de ‘juicio’ suele inspirar temor, sin embargo, este texto es leído en la liturgia del III domingo del Adviento que se abre con la antífona ya referida y tiene al inicio de la liturgia de la palabra un texto que propone abiertamente el tema de la alegría basada en la confianza de la intervención del Señor en la historia: «Alégrate hija de Sion, grita de gozo Israel; regocíjate y disfruta con todo tu ser, hija de Jerusalén», es el inicio de la primera lectura (Sofonías 3, 14-18).

En el evangelio de hoy reconocemos dos partes, en la primera se nos refiere un resumen de la misión de Juan el Bautista, en la segunda tenemos el anuncio que Juan hace de la misión del Mesías.

El resumen de la misión de Juan el Bautista está ambientado en la reacción de la gente ante de inminencia del anuncio del juicio que hacía Juan en los versículos anteriores: «¿Qué tenemos que hacer?» Esta pregunta se repite en tres oportunidades y narrativamente es ocasión para exponer más detalladamente los frutos de la conversión.

Esta es la dinámica: el anuncio del juicio lleva a la conversión. La conversión es un proceso íntimo que obra la gracia de Dios en cada persona, ahora el texto tiene la intención de indicar cómo se expresa externamente la conversión, de ahí la insistencia de una pregunta que se repite tres veces. La primera respuesta exige no quedarse con más de lo necesario: «El que tenga dos túnicas, que le dé una al que no tiene»; la segunda pide ser honrados: «No exijan más de lo que está mandado»; la tercera ordena no abusar de una situación dominante: «No exijan por la fuerza».

En resumen, el fruto externo de la conversión es el rechazo a la codicia, lo que se concretiza en compartir y en no exigir más de lo acordado.

En la segunda parte de evangelio de este domingo Juan el Bautista presenta la misión del Mesías, que consiste en realizar el juicio divino. Esta segunda parte la introduce el evangelista con una idea muy apreciada por la revelación bíblica: la propia identidad de la persona se aclara delante de Dios, de ahí que la gente se pregunte desde lo íntimo, ‘desde el corazón’. En un ambiente de creciente expectativa creado por la misión de Juan, para encontrar su identidad, la gente se pregunta si él no sería el Mesías.

Juan Bautista responde tres cosas, primera, que el Mesías es alguien más fuerte; segunda, que ya viene y, tercera, que realizará el auténtico juicio. Para explicar que el Mesías es más poderoso, Juan habla de dos bautismos, el uno con agua, el otro con fuego; en la Escritura el fuego es una imagen muy socorrida para referirse al juicio divino, se entiende entonces que el bautismo que instaurará el Mesías sí tiene eficacia para efectuar el juicio divino.

En segundo término, el bautista anuncia, con un verbo conjugado en presente, la llegada del Mesías: «viene». En tercer lugar, expresa la realidad del juicio por medio de una imagen propia de las labores agrarias: el segador corta las espigas maduras, luego en la era, mediante la trilla hace que la espiga expulse el grano, pero permanecen mezclados grano y paja; entonces el agricultor, mediante una

especie de horqueta grande –el bieldo– avienta la mies trillada, el viento que sopla arrastra la paja y el grano, por su propio peso, va cayendo.

En esta imagen se expresa el juicio como separación de lo fundamental (el grano) respecto de lo accesorio (la paja). Así, entonces, la misión del Mesías, permitir a los hombres quedarse y asegurar lo fundamental desprendiéndose de aquello que no es propio del ser humano. El Mesías que viene tiene el poder, la fuerza, para realizar este juicio y con su gracia lo realiza en cada uno de nosotros. Es la presencia amorosa de Dios en cada uno de nosotros la que nos va haciend

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