José y María salieron para comunicar al mundo la paz del Mesías

¿Adónde vas, Niño del cielo, ansioso y presuroso en el vientre de la virgen María? Voy portando el estandarte de la paz, que desde Belén se izará y brillará como faro a…
El Salvador del mundo fue profetizado como aquél que traería la paz y la justicia al pueblo de Israel. Su venida contó con una pareja de esposos, José y María, que, depositarios del plan divino, caminaron desde Nazaret hasta Belén. Su camino hacia Belén fue agotador, especialmente para aquella que daría a luz al Mesías, al Príncipe de la Paz. Su peregrinar se convirtió en caravana de paz, por aquél que estaba a punto de nacer. Fueron capaces de salir y de llegar, y así nosotros hoy, como Iglesia peregrina en el mundo.
“Salir significa tener como centro al Señor y al Evangelio. El primer y constante éxodo que debemos realizar es el éxodo de nosotros mismos, de nuestra falta de disposición para dejarnos interpelar por la palabra viva del Evangelio y acoger la gracia de Dios; salir de nuestros egoísmos que nos llevan a vivir en función de alcanzar todo tipo de bienes, sin descubrir que hay más alegría en dar que en recibir; salir de nuestros miedos por los que disimulamos nuestra condición de cristianos y terminamos asumiendo posturas y actitudes mundanas; salir de nuestro temor frente a las personas diversas que nos lleva a adoptar actitudes huidizas o incluso agresivas frente a ellas; salir de la soberbia que nos hace sentirnos como los únicos portadores de la verdad. Salir implica ir al encuentro de las personas y hacernos presentes en donde se juega la vida de la ciudad y el país.”
Porque el Hijo de Dios bajó desde el cielo hasta nosotros comunicó la verdadera paz; porque José y María salieron desde Nazaret hasta Belén la gloria de Dios se posó sobre el mundo. Ahora nosotros debemos ser aquellos que salimos para comunicar la paz.
Hoy el mundo es testigo de caminos de paz y de reconciliación, que se trazan en la esperanza de vencer cualquier división. Salgamos a la esquina, a las plazas, al colegio, a la universidad; al valle, a la montaña y proclamemos que el Salvador está en medio de nosotros. Hagamos de este anuncio el mensaje de paz que tanto necesitamos. La paz es la aspiración más profunda de todas las personas y de todos los pueblos, especialmente de aquellos que más sufren por su ausencia.
Reconocemos, al mismo tiempo, que es más fácil quedarnos estancados que salir en espíritu de misión anunciando a Jesucristo, el Salvador. Admitimos que preferimos recibir más que dar, escuchar más que hablar. Por eso, salir para ser testigos de Jesucristo y su misericordia debe ser el motor que nos hace vencer la parálisis y el estancamiento espiritual y eclesial.
Compartamos: ¿Qué gestos de paz debiéramos tener entre nosotros en este tiempo?
Digamos juntos la oración de san Francisco de Asís: “Oh, Señor, hazme un instrumento de Tu Paz. Que donde haya odio, lleve yo el Amor. Donde haya ofensa, lleve yo el Perdón. Donde haya discordia, lleve yo la Unión. Donde haya Duda, lleve yo la Fe. Donde haya Error, lleve yo la Verdad. Donde haya Desesperación, lleve yo la Alegría. Donde haya Tinieblas, lleve yo la Luz.”
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