El Evangelio de San Juan es un testimonio profético, claro y valiente en favor de Jesús. Así lo hace al comienzo a través de Juan Bautista y de los primeros discípulos, y también al final del mismo. Juan Bautista no es el Mesías esperado, es una voz, “La voz que clama en el desierto”, es “Un hombre enviado por Dios para dar testimonio de la luz”. Esa fue su respuesta a la pregunta que hacían los judíos. El Mesías, la luz verdadera, no es él, es Jesús.
Juan Bautista es la voz que anuncia la llegada del que viene detrás y por eso los invita a allanarle el camino; él es el primer testigo de Jesús. Como tal despierta confianza en Dios, los invita a creer en Él, diciéndoles: “En medio de vosotros hay uno a quien no conocéis”.
Leo y medito una y otra vez este texto y lo siento como si el Bautista nos estuviera hablando a nosotros, a los colombianos de hoy, a los que ya no tienen fe en Dios y se burlan de su Ley.
Me pone a pensar en la necesidad de aprender a ser testigos de la verdad, de la luz, de la justicia, del amor fraterno; testigos valientes, firmes y veraces, libres y responsables; testigos que saben leer a la luz del Evangelio la realidad sociopolítica y económica que estamos viviendo, y actúan con firmeza y responsabilidad.
Me puso a pensar en un pueblo que no es coherente con la fe que dice tener en Dios y en la Iglesia de su Hijo Jesucristo.
Padre Carlos Marín G
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