“Maldito quien confía en el hombre, y en la carne busca su fuerza…”Bendito quien confía en el Señory pone en Él toda su confianza”. Esta máxima de sabiduría resume la 1ª lectura tomada del Profeta Jeremías, y que bien puede entenderse como comentario al Salmo 1.
Este Salmo es llamada y es respuesta a la vez: La vida humana es una alternativa frente a Dios. Alternativa de confianza en Dios, o en el hombre excluyendo a Dios; alternativa de seguir el camino de los impíos o la Ley de Dios. ¡Dichoso el hombre que confía en el Señor!
Todo esto lo confirma San Pablo estableciendo firmemente la verdad de la resurrección de Cristo y de los muertos, contra las habladurías de los Corintios. De no haber resurrección, la vida cristiana sería la forma de vida más inhumana y absurda. Sin resurrección nuestra fe no tiene sentido.
Esta fe en la resurrección de Cristo el Señor, es la que da nuevo sentido a la vida de forma que se pueda predicar el mensaje de las Bienaventuranzas. Ellas son la expresión más clara de que el cristiano pone su confianza en Dios, y no en la carne, tal como lo dice la lectura del profeta Jeremías.
El cristiano vive en un mundo en el que se contraponen dos tiempos: el de ahora que termina con la muerte, y el de después de la muerte, para el cual Dios promete la plenitud de las Bienaventuranzas.
Para participar de la vida verdadera del Reino, debemos vivir poniendo toda la confianza en Dios y no en los valores humanos, no “en la carne”. Las Bienaventuranzas responden a una aspiración profundamente humana; constituyen un ideal evangélico de vida y un mensaje liberador para todos.
“Dichosos los pobres”; es el acento social que en el Evangelio de San Lucas tienen las Bienaventuranzas. Con ello invierte la escala de valores que predomina hoy en nuestra sociedad.
Los pobres son dichos felices, y lo son porque el reino de Dios les pertenece a ellos, porque Él es un Dios de vida y de justicia, de verdad y de misericordia.
Todo esto nos hace concluir que las Bienaventuranzas no son una colección de normas éticas; son un ideal evangélico de vida y un mensaje liberador para todos nosotros. Jesús nos presentaun mensaje totalmente nuevo, otro estilo de vida, otra imagen de Dios. Las Bienaventuranzas son una muy clara respuesta a quien pregunte quién y cómo es Dios, con quién está, quiénes son en el mundo los verdaderamente felices.
Padre Carlos Marín. G.
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