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El niño Jesús hará que la misericordia de Dios llegue a nosotros

17 de diciembre de 2018
El niño Jesús hará que la misericordia de Dios llegue a nosotros

Hijo de María, de quien hiciste tu morada y a quien Isabel proclamó bendita entre las mujeres, revélate a nosotros por medio de tu madre para que proclamemos tu…

El anuncio del Arcángel Gabriel a María virgen proclamó la llegada inminente del Mesías. María, llevando al niño en su vientre, visitó a su prima Isabel en la montaña de Judá, animada por el gozo del misterio divino que en ella crecía y no se podía ocultar, pues, desde lo más profundo, el Hijo de Dios tomaba la humanidad, sin menoscabar la pureza de la madre. Por eso, María, extasiada por el Espíritu dijo: “Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador, porque ha mirado la humildad de su sierva. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones porque el poderoso ha hecho obras grandes en mí. Su nombre es santo y su misericordia es eterna con aquellos que le honran” (Lucas 1,47-50).

La virgen María en el Magníficat proclama que la misericordia de Dios es eterna, infinita. Ella, como 24  Arquidiócesis de Bogotá morada del Mesías, reconoce que el misterio de la encarnación del Hijo de Dios es manifestación de la misericordia divina para todas las generaciones, especialmente para aquellos que proclaman su nombre y se hacen siervos suyos

Con el nacimiento del Mesías se instaura el tiempo de la misericordia, que el Señor dará a conocer en la cotidianidad de la vida; misericordia que alcanza tanto al justo como al pecador. Jesús mismo durante su ministerio público anunció su intención de buscar al pecador para que se convirtiera y recibiera la misericordia de Dios. Por tal razón, acoger al Mesías en la Navidad es recibir su misericordia para nuestra generación y las venideras. Como un manto, la Navidad nos cobijará con la misericordia de Dios para que experimentemos hasta donde llega el amor de Dios por nosotros y hasta donde quiere Él que vivamos la misericordia con el prójimo.

Esperar a Jesús en la Navidad es anhelar su misericordia para padres, hijos, vecinos, amigos y enemigos. Debemos decirle al Señor “esperamos tu misericordia”, para proclamar desde la casa, desde la iglesia, desde todos los rincones, que la misericordia de Dios ha llegado a nosotros como agua que empapa la tierra, hasta fecundarla y producir vida. Así es la misericordia de Dios: produce vida, restaura, perdona, corrige, y todo por amor.

Los templos católicos en la Arquidiócesis de Bogotá quieren ser lugares privilegiados de encuentro con el Niño Dios portador de la misericordia. Caminemos hacia ellos para encontrarnos con Cristo. Dejemos resonar por estos días el anuncio del nacimiento del Señor desde los centros de culto que nos acogen para celebrar nuestra fe, pues el Señor se ha construido una casa para santificarnos y bendecirnos.

Compartamos: ¿En qué momentos he experimentado la misericordia de Dios en mi vida?

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