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Día 9: El Niño Jesús

24 de diciembre de 2019
Día 9: El Niño Jesús

Los pastores de la Iglesia católica en Colombia invitan a todas las familias a rezar esta novena con devoción profunda, como un itinerario de búsqueda del amor y de la…

Lucas 2,16-19

Fueron corriendo y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón . Palabra del Señor.

 

Meditación

Por fin hoy estará en nuestro corazón y en nuestra vida Aquel que buscamos, esperamos, celebramos, aguardamos. En esta noche toda la Iglesia estará delante del pesebre para decirle a Jesús que él es nuestra vida, nuestra alegría, nuestra paz. Para poner a sus plantas la esperanza de este pueblo colombiano, que encuentra en la sencillez y en la humildad del Niño de Belén, la verdad y la vida.

 

Contemplación

«¡Oh admirable intercambio! El Creador del género humano, tomando cuerpo y alma, nace de la Virgen y, hecho hombre sin concurso de varón, nos da parte en su divinidad. 

Oración

Benignísimo Dios de infinita caridad, vuélvenos a enseñar el camino de la paz, de la humildad, cercanos al pesebre en el que tu Hijo encarnado y lleno de alegría, nos tiende sus brazos y nos dice que él es el Adonaí poderoso, la llave de David, el sol de eternos rayos. Oue esta Navidad nos traiga a todos la paz tan deseada, la justicia esperada, la reconciliación que buscamos, el amor que nos una, la esperanza que nos fortalezca, la fe con la que queremos ser enviados a proclamar la vida y la paz.

 

Oración para todos los días

Benignísimo Dios de infinita caridad, que nos has amado tanto y que nos diste en tu Hijo la mejor prenda de tu amor, para que hecho hombre en las entrañas de una virgen naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio. Yo en nombre de todos los mortales te doy infinitas gracias por tan soberano beneficio.

En retorno de él te ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de tu hijo humanado, y te suplico por sus divinos méritos, por las incomodidades en que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongas nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido y con tal desprecio de todo lo terreno, que Jesús recién nacid o, tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén. 

Se reza tres veces Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo

Oración a la santísima Virgen

Soberana María que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste que todo un Dios te escogiera para madre suya. Te suplico que tú misma prepares y dispongas mi alma y la de todos los que en este tiempo hagan esta novena, para el nacimiento de tu adorable Hijo.

¡Oh dulcísima Madre!, comunícame algo del profundo recogimiento y divina ternura con que le agradaste tú para que nos hagas menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.

Se reza tres veces el Ave María

Oración a San José
¡Oh Santísimo San José!, esposo de María y padre putativo de Jesús. Infinitas gracias doy a Dios porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Te ruego por el amor que le tuviste al Divino Niño, me abraces en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente mientras en su divina esencia veo y le gozo en el cielo. Amén. 
Se reza el Padre Nuestro, el Ave María y el Gloria al Padre
Oración al Niño Jesús

Acuérdate, ¡Oh dulcísimo Niño Jesús!, que dijiste a la venerable Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos tus devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: "Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia, y nada te será ne g ado".

Llenos de confianza en Ti, ¡oh Jesús, que eres la misma verdad!, venimos a exponerte toda nuestra miseria.

Ayúdanos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada. 

Concédenos, por los méritos infinitos de tu Encarnación y de tu infancia, la gracia, de la cual necesitamos tanto. Nos entregamos a ti, ¡oh Niño omnipotente!, seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza, y de que en virtud de tu divina promesa, acogerás y despacharás favorablemente nuestra súplica. Amén.

Se reza tres veces Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo

Gozos

Dulce Jesús mío, mi Niño adorado,

¡Ven a nuestras almas! ¡Ven, no tardes tanto!

 

¡Oh Sapiencia suma del Dios soberano, que a infantil alcance te rebajas sacro!

¡Oh divino Niño, ven para enseñarnos

la prudencia que hace verdaderos sabios!

 

¡Oh, Adonaí potente que a Moisés hablando, de Israel al pueblo diste los mandatos!,

¡Ah, ven prontamente para rescatarnos,

y que un niño débil muestre fuerte brazo!

 

¡Oh raíz sagrada de Jesé que en lo alto presentas al orbe tu fragante nardo!

¡Dulcísimo Niño que has sido llamado lirio de los valles, bella flor del campo!

 

¡Llave de David que abre al desterrado las cerradas puertas del regio palacio!

¡Sácanos, oh Niño, con tu blanca mano, de la cárcel triste que labró el pecado!

 

¡Oh lumbre de oriente, Sol de eternos rayos, que entre las tinieblas, tu esplendor veamos!

¡Niño tan precioso, dicha del cristiano, luzca la sonrisa de tus dulces labios!

 

¡Espejo sin mancha, Santo de los santos, sin igual imagen del Dios soberano!

¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado y en forma de niño da al mísero, amparo!

 

¡Rey de las naciones, Emmanuel preclaro, de Israel anhelo, Pastor del rebaño!

¡Niño que apacientas, con suave cayado, ya la oveja arisca, ya el cordero manso!

 

¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto, bienhechor rocío como riego santo!

¡Ven, hermoso Niño, ven, Dios humanado luce, hermosa estrella, brota, flor del campo!

 

¡Ven, que ya María, previene sus brazos, do su Niño vean en tiempo cercano!

¡Ven, que ya José, con anhelo sacro,

se dispone a hacerse de tu amor sagrario!

 

¡Del débil auxilio, del doliente amparo, consuelo del triste, luz del desterrado!

¡Vida de mi vida, mi dueño adorado,

mi constante amigo, mi divino hermano!

 

¡Véanse mis ojos, de ti enamorados bese ya tus plantas, bese ya tus manos!

¡Prosternado en tierra te tiendo los brazos, y aún más que mis frases, te dice mi llanto!

 

¡Ven, Salvador nuestro, por quien suspiramos;

¡Ven a nuestras almas! ¡ven, no tardes tanto!

 

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