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Cinco claves para entender que todos necesitamos consuelo espiritual

13 de abril de 2020
Cinco claves para entender que todos necesitamos consuelo espiritual

Hay momentos en que el dolor es intenso, y nos cuesta enfrentarlo. Llega por cuestiones o circunstancias internas propias de nuestra vida. Pero también llega por…

Un terremoto, una crisis económica, una pandemia. Experimentamos circunstancias para las que no estamos preparados. La incertidumbre llega y pareciera que nos encontráramos en un callejón sin salida.

Los momentos de dolor no son para escuchar sermones. Nos encontramos necesitados de consuelo, de compañía, un lugar donde descansar nuestras penas y reponer fuerzas para enfrentar.

Es ahora cuando el consuelo espiritual cobra una relevancia aún más grande. ¿Cómo accedemos a él?, ¿es siempre cercano?, ¿pero si yo nunca he recurrido a Dios? Aquí te compartimos algunas claves para entender un poco más sobre el consuelo espiritual. Entenderás que es un regalo al que podemos acceder todos.

1. Todos necesitamos consuelo espiritual

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Entender que todos necesitamos de consuelo es un buen punto de partida. Necesitarte consolado no significa que seas débil por definición. Significa que eres humano y que definitivamente no lo puedes todo.

Que amas, que las cosas te duelen. Que a veces (muchas) te sientes perdido y necesitas a alguien que no solo te muestre el camino, sino que te acompañe a lo largo. Caminar solo durante toda la vida es imposible. Estamos hechos para vivir en comunidad, juntos.

¡Cómo extrañamos el afecto y la compañía en estos momentos! Tienes necesidad de otro. Un «otro» en el que puedas descansar confiado. Entendiendo esto verás cómo todo va haciendo sentido.

2. Ver a Cristo como un amigo

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Cristo es esa persona incondicional. Y no está allá lejos, Él sabe lo que sientes. Ha vivido los dolores más grandes. Ha sufrido miedo, traición, soledad, muerte. Cristo ha dado su propia vida, hasta la última gota de sangre. Es verdadero Dios y verdadero hombre. Conoce tus luchas mejor que nadie.

Él vive. Míralo como lo que es, el gran amigo que tienes, el verdadero. Aquel que entregó la vida por ti, con nombre y apellido. Mira a Cristo como un amigo, aquel con quien puedes hablar sin poses, sin ocultar nada. Con total soltura, con la confianza con la que siempre has soñado al hablar con alguien.

3. Saber que Dios te ha creado en libertad

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Dios te ha creado en libertad. Si manejara todo a su antojo no seríamos hijos, seríamos esclavos a su merced. ¿Difícil de entender? Nos hizo libres. No hay amor más grande que ese. Tenemos la libertad de amarlo o no.

Y acércanos a Él y dejarnos llenar de su amor es lo mejor que podremos hacer por nuestra vida. Dios llama, no obliga. El solo pronunciar su nombre, «Dios mío», atreverte a llamarlo, es el primer paso para una historia de amor interminable.

A veces solo falta un pequeño empujón para acercarnos a Él.

4. La fe es un don que se otorga, pero también se pide

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«Dios mío yo creo, pero aumenta mi fe», esa jaculatoria que muchas veces decimos sin pensar es un arma tan poderosa. La fe es un don de Dios, pero es necesario pedírsela cada día más. Como el pan que pedimos cada día, como el agua que necesitamos para vivir.

Así la fe es necesaria para poder experimentar con mayor hondura la presencia de Dios. Una presencia real que no te va a llenar de sermones en momentos de dolor, sino de compañía y consuelo. Déjalo entrar.

5. Disfruta su compañía

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Dios no es algo grave, ni aburrido. No es un lugar solo, no es una lejanía, Dios es la plenitud, es un gozo casi inexplicable. Una dulzura constante, una delicadeza y ternura hechas a tu medida. Porque Dios no nos ama en bloque, Dios nos ama de manera personal.

Te conoce y sabe el tipo de consuelo que necesitas. Sabe lo que tu corazón anhela. Aunque testigos del amor y consuelo de Dios, Dios no es solo para los santos. Dios es la plenitud para todos y de una forma personal y única para cada uno. Ese consuelo que tu espíritu anhela es algo cercano, posible y concreto

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