Inclusión y equidad para una formación integral: Proceso en marcha en las instituciones del SEAB
Los 19 colegios y la Fundación Universitaria Monserrate que conforman el Sistema Educativo de la Arquidiócesis de Bogotá han asumido el proyecto de inclusión, que involucra políticas, culturas y prácticas para una educación integral y de calidad, comprometida con la transformación de la sociedad.
En su segundo año de implementación, tras una fase de socialización y sensiblización a nivel de la comunidad educativa, “el proyecto ha implicado el rediseño del Proyecto Educativo Institucional (PEI), del manual de convivencia y de los sistemas de evaluación de las instituciones”, señaló el padre Néstor Silva, rector del Colegio Parroquial San Carlos, y uno de los líderes del proyecto de inclusión.
El sacerdote explicó que inicialmente se hablaba de inclusión solo en relación a situaciones de discapacidad, pero eso ha cambiado, pues de acuerdo a la normativa vigente, el concepto implica temas de género, creencia, movilidad humana, entre otros.
“Hemos trabajado con todos los docentes a nivel del SEAB, con la parte administrativa, estudiantes y un grupo de padres de familia todo lo que son las políticas, las culturas y las prácticas que tenemos en las Instituciones, o que debemos implementar”.
“Hay un decreto 1421 del Ministerio de Educación, que nos ha invitado a hacer todos los procesos de inclusión – equidad, como respuesta a esta normativa, las Instituciones del Sistema Educativo de la Arquidiócesis de Bogotá (SEAB), desde su filosofía y perspectiva enfocada en promover una educación de calidad centrada en el ser humano, han emprendido una serie de acciones orientadas a la generación de estrategias y mecanismos que permitan abordar de manera explícita la inclusión en estos ambientes educativos, comprometiéndose así con la transformación de una sociedad más justa y equitativa”, precisaron, en una publicación previa, Luz Patricia Orbegozo, asesora pedagógica del SEAB, y Sandra Gamboa Quintero, directora técnica del SEAB.
“Este año para nuestro colegio ha sido un proceso muy bonito, porque hemos venido implementando esta parte de la inclusión con toda la comunidad educativa. Ha sido un proceso inicialmente de formación para poder hacer réplica”, señaló Tatiana Avellaneda Romero, coordinadora de convivencia en la sección de preescolar del Colegio Parroquial San Carlos, en el que ya se tienen varias experiencias de prácticas relacionadas con la inclusión como herramienta para un aprendizaje significativo, respondiendo a las particularidades de cada estudiante.
Se destaca el proceso de una estudiante de tercer grado de primaria, a quien, tras identificar sus habilidades y particularidades en el proceso de aprendizaje, se le han adecuado instrumentos didácticos - de informática- en el aula, y se ha propiciado el aprovechamiento de sus habilidades en temas de expresión corporal.
También, se ha adelantado el acompañamiento pertinente a estudiantes de otras regiones del país o de distinta nacionalidad, para que se integren de manera adecuada a las dinámicas académicas y al entorno formativo.
“Hemos aprendido algunas habilidades en el orden de ser unas personas más íntegras, más respetuosas y tolerantes”, destacó Juan Sebastián Bello Figueredo, estudiante de once grado.
Por parte, Marián Zaray Melo Farfán, personera del Colegio Parroquial San Carlos señaló que los estudiantes han asumido y comprendido muy bien los temas relacionados con la inclusión, que considera fundamental en el propósito de generar espacios de respeto, seguros para todos y todas".
“Cuando hablamos de inclusión no estamos hablando de cosas raras”
Afirmó el padre Néstor, recordando que “el primero que nos incluyó en la vida siempre fue Jesús. Cuando curaba a los enfermos los incluía nuevamente a la sociedad. Cuando curaba a los leprosos los incluía nuevamente en el ámbito de la comunidad… Y nosotros como Iglesia estamos llamados a ser los primeros en vivir los procesos de inclusión, a vivir en comunión”.
Aunque reconoce los desafíos que este proceso implica, el sacerdote destacó como uno de los frutos, hasta el momento, el cambio de mentalidad que se viene gestando en docentes, directivos, estudiantes, trabajadores de las instituciones y padres de familia. “Al principio cuando uno no sabe qué hay que hacer, uno se resiste, y como que se paraliza ante el miedo al cambio… Pero ir viendo el proceso, la apertura a pensar en otras personas, en que somos iguales, que vamos en camino a ser mejores”, resulta gratificante.
“En el SEAB todos tenemos un lugar”
Como escuela católica, retomando los fundamentos planteados en el documento Gravissimum Educationis, en el que se propone que “todos los hombres, de cualquier raza, condición y edad, en cuanto participantes de la dignidad de la persona, tienen el derecho inalienable de una educación”, el Sistema Educativo Arquidiocesano, que actualmente acompaña en la formación a 14.163 estudiantes, en los niveles Preescolar (690), Primaria (4.157), Bachillerato (7.886), Técnico (65), Pregrado (1.159), y Posgrado (196), ha asumido este compromiso con el desarrollo integral de la persona.
De acuerdo a los planteamientos de su Proyecto Educativo, la formación en estas instituciones “es considerada como un proceso continuo, abierto, consciente, libre y participativo, que tiene como finalidad el desarrollo armónico y equilibrado de todas las dimensiones del sujeto (espiritual, cognitiva, afectiva, relacional, corporal, estética, comunicativa, ecológica, sociopolítica y ética) (PE SEAB, 2019, p 26 y 27)”.
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