En Bogotá, cerca de mil consagrados celebran la esperanza
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En el marco de la Jornada Mundial de la Vida Consagrada 2025, religiosos, religiosas, miembros de institutos seculares y asociaciones de vida apostólica, celebraron su jubileo a nivel arquidiocesano.
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El 1 de febrero, en las instalaciones del colegio, Nuestra Señora del Pilar, en la localidad de Chapinero (Bogotá), la Arquidiócesis de Bogotá adelantó su primera celebración jubilar en el Año Santo de la Esperanza, tras la apertura de la Puerta Santa en Roma el 29 de diciembre.
En un ambiente de gozo, fraternidad, gratitud y valoración, la Iglesia católica en Bogotá destacó el servicio pastoral y evangelizador, generoso y comprometido, de miles de consagrados y consagradas en la capital y en diferentes territorios del país.
“Son ustedes punta de lanza en la misión evangelizadora … profecía de esperanza para el territorio que habitamos”, destacó monseñor Daniel Delgado Guana, vicario episcopal de evangelización.
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Durante la jornada, acompañada por el cardenal Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y Primado de Colombia; por los obispos auxiliares: monseñor Edwin Vanegas Cuervo y monseñor Alejandro Díaz García; por algunos vicarios episcopales; sacerdotes, diáconos; directivas de la Conferencia de Religiosos de Colombia, el padre Hermann Rodriguez Osorio, SJ, presidente, y Fray Rafael Diago Guarnizo, OP, secretario general; e invitados especiales, los consagrados vivieron momentos de oración, encuentro, renovación de sus compromisos, formación y compartir de experiencias misioneras, que les animan en su vocación y servicio.
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“El protagonista del Jubileo es el Espíritu Santo”
Afirmó el cardenal Rueda Aparicio durante la santa misa con la que inició la celebración jubilar.
Retomando el Evangelio del día, en la celebración de “la Presentación del Señor en el templo”, el prelado les animó a:
- Pedir la acción del Espíritu Santo en su vida y cultivarla, para que “seamos peregrinos, servidores y signo de esperanza en Bogotá y en Colombia.
- Pedir al Señor, “que nos de ojos claros y limpios para verlo a Él y llenarnos de alegría”, encontrando el paso y presencia de Dios en nuestras comunidades. “Que el Señor nos de ojos esperanzados, que nos liberen del negativismo, del pesimismo y de la amargura de esos ojos que no ven sino lo negativo en la historia, en las personas y dentro de nosotros mismos (…) Y que el Señor nos de manos para tocarlo en los acontecimientos grandes y pequeños de nuestra vida, en la cotidianidad”.
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“Gracias por su fidelidad, por su testimonio de vida, que nos anticipa el reino de Dios”
Fueron las palabras de monseñor Alejandro para los consagrados, don de Dios para la Iglesia, durante su saludo, en el que se puso al servicio de ellos y destacó el rol fundamental de la vida consagrada en la historia evangelizadora en esta iglesia particular. También, les invitó a “abrazar siempre a Jesús” en su vida y misión, respetando y valorando el aporte de cada generación, tratando entre todos de “crecer en sabiduría y gracia”.
A su turno, monseñor Edwin destacó la gracia que representa para esta Arquidiócesis la vida consagrada, “un don que tiene rostro propio, que tiene historias propias, un don que tiene esperanza”.
Es maravilloso, agregó, ver como "la vida consagrada no es solamente un ideal, sino es una realidad reflejada en sus rostros, en su historia de entrega, de generosidad, de bendición, de momentos duros; pero también, de esperanza en medio de tantas complejas realidades que vive la humanidad”.
Ante el llamado de estar atentos a los signos de los tiempos, el obispo auxiliar precisó que en esto la vida consagrada puede aportar mucho. Frente al clamor por vencer el individualismo, la tentación de la soledad, de preferir el encerramiento a la apertura, la vida consagrada, explicó, puede ofrecer el hermoso, pero también desafiante estilo de la vida comunitaria.
“No se puede vivir la experiencia del seguimiento del Señor si no afinamos esa hermosa experiencia de vivir juntos, y no solamente dentro de nuestra congregación, de nuestro instituto, nuestra comunidad de base, sino en los vínculos, en las conexiones. El signo de esperanza que podemos ofrecer como consagrados es precisamente, la armonía de la comunión”.
El clamor por la vida, es el segundo signo de los tiempos al que los consagrados están llamados, afirmó monseñor Edwin. La vida consagrada, afirmó, “es una manera de hacer fecunda la existencia de una manera plena, amplía..." Y podemos ser signos de esperanza, señales de vida, cuando asumimos nuestra condición desde la generosa entrega.
Finalmente, se pidió a Dios Padre guía y fortaleza para continuar caminando juntos, en espíritu sinodal, siendo testigos y profetas de paz y esperanza.
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Peregrinos de la esperanza por el camino de la paz
El padre Hermann Rodríguez, SJ, presidente de la Conferencia de Religiosos de Colombia (CRC), en desarrollo de su intervención, explicó los escenarios a los que, de manera especial, los consagrados están llamados en este Año Santo:
Fortalecer y promover el compromiso con los “últimos”, escuchar el clamor de los pobres.
El cuidado y custodia de la creación.
La fraternidad universal, la solidaridad”.
Para asumir estos escenarios, el religioso, señaló la importancia de “creer, esperar y amar”, entendiendo que la esperanza cristiana, “que se fundamenta en la fe y se nutre en la caridad, nos anima siempre a afrontar el presente con la mirada en el futuro”.
“Un presente que no sueña tampoco genera nada nuevo. Un presente así no tiene pasión por lo nuevo, entusiasmo por lo posible ni ganas de comenzar algo nuevo. Si no hay futuro, es imposible apasionarse, nos recuerda Han en su libro (Han, 43)”.
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Un dato: Actualmente, en esta Arquidiócesis hay 126 congregaciones femeninas; 54 comunidades masculinas; 7 institutos seculares; 21 asociaciones de vida apostólica; 3 asociaciones de fieles que están en proceso de constituirse.
El encuentro finalizó con la entrega de un detalle: la encíclica «Dilexit nos», del papa Francisco, sobre el Sagrado Corazón de Jesús, y un momento de animación musical.
Durante este año, en la Arquidiócesis de Bogotá se vivirán siete Jubileos.
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