Historias de vida
“Si me volvieran a preguntar qué quieres ser, respondería inmediatamente: sacerdote”
“He sido muy feliz”, agrega al dar una mirada a su vida, servicio y compromiso con el anuncio del Evangelio y con la acción pastoral.
“Lo más gratificante ha sido la entrega a mis feligreses, quererlos mucho, tratarlos con amor, con cariño; y confesar, porque en la confesión encontraba ocasión de consolarlos, de animarlos y de perdonarlos en nombre de Jesús”.
Su vocación surgió a temprana edad, en medio de un hogar católico, en el que el testimonio su madre, la señora Julia Inés Pinto, y de su tío, monseñor Agustín Gutiérrez, q.e.p.d., fueron decisivos.
La asistencia frecuente a la santa misa en compañía de su madre, el rezo del santo Rosario, la devoción al Santísimo Sacramento y las visitas a su tío sacerdote, acompañándolo en su misión, despertaron en su corazón de niño la inquietud vocacional. “Comencé a sentir: ¿por qué yo no puedo ser un sacerdote?", recuerda.
Una anécdota de su infancia, que recuerda con especial cariño y cuyo sentido, ahora, desde la madurez y vivencia de su ministerio, comprende de manera más profunda, se refiere a sus visitas al Santísimo Sacramento, su oración confiada, su alegría, y la tranquilidad que brotaba de este encuentro.
“Recuerdo una cosa muy sencilla, pero muy propia de niño: cuando había alguna necesidad en la casa mi mamá me decía: Jaimito, sube al Sagrario y dale tres golpecitos a Jesús y dile: Jesús tenemos tal necesidad en la casa.
Y yo como niño, los niños son sueltos, los niños corren, iba y daba tres golpecitos a Jesús y decía: Jesús, en la casa tenemos tal necesidad, y bajaba corriendo y le decía a mi mamá: <<mamita, ya le di los tres golpecitos>>”.
Así transcurrió su infancia, entre juegos, risas, oración y estudio. Al llegar a tercero de bachillerato manifestó a sus padres y hermanos el deseo de ingresar al Seminario. Inicialmente, lo tomaron como un deseo de niño, pero al ver su insistencia lo apoyaron, precisa.
De esta manera inicia formalmente una historia de amor a Dios, de compromiso con el Evangelio y con las comunidades.
Oriundo de Guateque (Boyacá), realizó sus estudios de filosofía en el Seminario Mayor de Bogotá (1958), y de teología (1962). Fue ordenado presbítero el 22 de septiembre de 1962, por monseñor Emilio de Brigard, para el servicio de la Arquidiócesis de Bogotá.
Servicios pastorales:
Inició su servicio pastoral como vicario cooperador en Santa Teresita del Niño Jesús (1963). Luego fue: vicario cooperador en Cáqueza (1964), párroco en san Juan Evangelista (1966), vicario cooperador en san Juan Evangelista (1966), párroco en San Leonardo Murialdo (1970), capellán en el Colegio Helvetia (sección Primaria) (1971), párroco en la Anunciación de Nuestra Señora (1974), vicario ecónomo en la Medalla Milagrosa (1974), párroco en santo Tomás (1974), capellán Colegio San José (1974), capellán del Colegio Eucarístico (1977), párroco en San jerónimo (1978), suplente del representante del arzobispo en la Junta Directiva Hogar Protección a la Joven (1994), arcipreste del arciprestazgo 5.1 (1996), párroco Ad Tempus en la Anunciación de Nuestra Señora (1998). Actualmente es sacerdote emérito.
“¡Cuenten con mi oración! Yo le digo al Señor: me ordené de 26 años, ya tengo 85 años, pero me siento feliz de haber gastado mi vida en servirte a ti y a mis hermanos”.
La celebración de la santa misa diaria en su hogar es fortaleza y gozo para su alma.
“Yo veo imposible que un sacerdote deje de sentir esa felicidad tan grande de poder celebrar la santa misa”, afirma.
A continuación, testimonio del padre Jaime Gutiérrez al celebrar su jubileo sacerdotal.
Fuente Disminuir
Fuente