Historias de vida
Cinco décadas de respuesta generosa al Señor, entre el pastoreo y la vida académica
El padre Carlos Mauricio Uribe Blanco, oriundo de Barranquilla, con una vocación de servicio manifiesta en el pastoreo en entornos académicos, llega a sus 50 años de ministerio sacerdotal con la alegría que produce el Sí generoso al Señor; profundamente agradecido con “su bondad, misericordia y generosidad”.
Tras insistir en que “todos, por el hecho de ser bautizados, tenemos vocación y estamos llamados a realizar nuestra vida con un sentido cristiano, a vivir como hijos de Dios”, comparte su historia vocacional señalando que fue germinándose desde el deseo de servir y desde una formación cristiana que lo llevó a la búsqueda permanente “de la santidad, a través de la espiritualidad laical, es decir, saber encontrar a Dios en el mundo, en lo de cada día, en lo ordinario, en lo corriente, lo sencillo, sobre todo en el trabajo y en la familia”.
Esto lo experimentó y fue madurando a partir de su vinculación a la Prelatura del Opus Dei. “En un momento determinado, después de mis estudios de bachillerato, y cuando entré a la universidad, experimenté el llamado particular en esta institución de la Iglesia”, recuerda precisando que al tiempo que avanzaba en sus estudios de derecho y economía en la Javeriana, también cursaba filosofía como “estructuración intelectual”.
“Una nueva manera de servir”
Posteriormente, viaja a Europa en donde adelanta estudios en teología, doctorado en derecho y en derecho canónico, todo esto, explica, sin ninguna expectativa ante el sacerdocio, pero siendo consciente que algunos laicos dentro de la Prelatura pueden ser llamados por Dios, por el prelado, y si se cuenta con la voluntad del llamado al sacerdocio, se avanza en este camino. Y, ¡así fue!, afirma, dibujándose en su rostro la expresión del grato recuerdo que sigue emocionando el alma.
“Fue en Roma”, continúa: “Recuerdo perfectamente el momento y lugar cuando el fundador del Opus Dei, san Josemaría Escrivá de Balaguer, me invitó a que pensara, meditara, reflexionara, la posibilidad de ser llamado al sacerdocio, una nueva manera de servir, porque ya mi interés, o mi vocación, era el servicio, el servicio a Dios y a los demás”.
Y de esta manera inicia su camino al sacerdocio, que sería vivido con compromiso; deseo ardiente de caminar con su comunidad; “de llevar a Cristo, su Palabra, la Iglesia, los sacramentos (…) El sacerdote siempre está para lo que constituye también su identidad: ser otro Cristo y el mismo Cristo allí donde nosotros realizamos nuestra labor”, esto, explica, “con la conciencia clara de que somos siervos pobres e inútiles. Es Dios el que hace la obra, y uno debe dejar que Dios la haga”.
Fue ordenado sacerdote el 4 de agosto de 1974, por el cardenal Narciso Jubany Armar, arzobispo de Barcelona. Es incardinado en la Arquidiócesis de Bogotá el 15 de noviembre del 2007.
Una pastoral especializada
Su ministerio y servicio pastoral se han desarrollado en la academia. “Siempre he estado en la vida académica, pero siempre en el pastoreo, para mí lo importante es la gente, cada persona, y el trabajo de evangelización”, afirma, explicando que “lo importante es estar con la gente, acompañándola siempre en su vida cristiana, en su crecimiento espiritual y también humano”.
Sirvió, además, en el tribunal eclesiástico de Medellín, en centros culturales universitarios de colegios en distintas ciudades del país. Y, desde su regreso a Bogotá, en el 2004, acompaña la capellanía de la Universidad Sergio Arboleda, y es decano de la Escuela de Filosofía y Humanidades en esta institución.
“Todos los sacerdotes nos preparamos para estar trabajando pastoralmente en una comunidad parroquial, en este caso es una comunidad educativa de 11 mil personas. La universidad no solo tiene sede aquí en Bogotá, tiene sede también en Barranquilla y en Santa Marta, y digamos que esa comunidad ya tiene un vínculo muy sólido alrededor de la educación. Y esa comunidad educativa es la que uno debe ayudar a construir evangelizando para que sea una comunidad también cristiana, una comunidad creyente”.
Otros servicios pastorales en esta Arquidiócesis
Juez del Tribunal Eclesiástico Interdiocesano de Bogotá (2008); juez del Tribunal Eclesiástico Arquidiocesano (2015); coordinador arquidiocesano para el Diálogo con la Cultura (2016); ratificado como juez del Tribunal Eclesiástico Arquidiocesano de Bogotá (2019); ratificado como Juez del Tribunal Eclesiástico Metropolitano de Bogotá (2022).
A continuación, detalles de esta historia vocacional que continúa escribiéndose:
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