Historias de vida
30 años acompañando en la maduración de la fe a niños, niñas y adolescentes
La hermana Luz Amparo Bustamante Mejía, Esclava Misionera del Santísimo Sacramento, sirvió más de 30 años como delegada arquidiocesana para las Obras Misionales Pontificias (OMP).
Oriunda de Itagüi (Antioquia), con un deseo por el servicio y vocación religiosa, que pudo concretar en la adultez, ha dedicado más de la mitad de su vida a acompañar a centenares de pequeños, jóvenes, adultos y familias misioneras en la maduración de fe, desde el Evangelio, en un camino que, asegura, “es una escala que va hacia el cielo”.
“La infancia misionera trabaja por edades, a partir de los 4 años; luego, está el prejuvenil misionero; seguidamente, la juventud misionera; después se encuentra el nivel de asesores misioneros; y las familias misioneras… entonces todos caben en la infancia misionera (IM)…”, insiste, destacando la importancia de la formación y de “recuperar la mística de laicos y consagrados que, en las parroquias, todavía quieren la IM (…) Hay que recuperar y conservar esa mística (…) Yo creo que la perspectiva es esa: mirar qué tenemos, qué nos sirve y qué otra cosa podemos ser, no tanto hacer, sino ser”.
En línea con esta perspectiva, pidió “no dejarle todo al párroco”. La idea es que los catequistas, explica, recuperen el deseo de ver que la parroquia no es todo. La parroquia es una parte de la Iglesia; o sea, hay más niños afuera que en la catequesis: ¿Qué vamos a hacer por esos niños?, interpela.
A manera de libro abierto, con un corazón que aún se enciende de emoción y anhelos de ver fortalecida la Infancia Misionera, “fuente de vocaciones”, compartió con este medio, la manera en la que se gestó esta obra pontificia en la Arquidiócesis de Bogotá, los pilares en su desarrollo, logros, frutos y desafíos actuales.
Entre los aspectos mencionados, se encuentran:
- La Infancia Misionera es una obra pontificia fundada en 1843.
- Es la única obra dirigida por niños y para niños, donde los adultos solo actúan como acompañantes.
- Su lema es "evangelizar a los niños a través de los niños".
Estructura y organización
- Trabaja con grupos pequeños (12-15 niños máximo)
- Se organiza por edades, comenzando desde los 4 años.
- Incluye cuatro áreas principales: animación, formación, organización y comunión.
Desarrollo histórico en la Arquidiócesis
Etapas Iniciales
- Comenzó alrededor de 1978-1979, con el apoyo de las religiosas de la Congregación Esclavas Misioneras del Santísimo Sacramento, convocadas por la Dirección Nacional de Obras Misionales Pontificias, para que desde su carisma de evangelización, animación y cooperación misionera, apoyaran el fortalecimiento de la IM en el país.
- Se inició con visitas a parroquias y formación de primeros grupos.
- Recibió apoyo significativo del cardenal Mario Rebollo Bravo, quien la declaró prioridad apostólica.
Pilares del desarrollo
- Respaldo de la Arquidiócesis, desde sus estructuras pastorales.
- Apoyo de los sacerdotes.
- Formación de asesores laicos (diversidad de estructuras y escenarios formativos arquidiocesanos).
- Semilla de asesores de Infancia Misionera, que aún están presentes en la vida parroquial.
Logros – frutos y desafíos
Ha sido fuente de vocaciones sacerdotales. Varios sacerdotes de esta Arquidiócesis provienen de la Infancia Misionera; al igual que religiosos y religiosas, que sirve en esta jurisdicción eclesiástica y en otras del país, asegura.
Formación familiar. En este ámbito destaca la integración de las familias en el proceso misionero y el desarrollo de encuentros mensuales con padres de familia cuyos hijos se han sumado a este caminar misionero.
La religiosa, desde su experiencia en este servicio insiste en: La necesidad de recuperar la mística misionera y la importancia de mantener la formación continua de asesores.
Como reto central menciona la importancia de adaptarse al contexto actual, en el que hay menos espacios religiosos en la vida de los niños, por lo que la IM, precisa, debe entenderse como ese lugar propio para la acogida y acompañamiento de los pequeños y sus familias en la fe, con dinámicas acordes a la edad, realidad personal y comunitaria, explica.
Retomando historias del caminar pastoral con los niños en la Arquidiócesis, recordó la formación animada por los sacerdotes en Años Santos, por ejemplo, una anécdota con un niño de 8 años que presentó, durante un evento misionero, las cinco vocales que reúne la misión, dando cuenta de la manera como este espíritu germina en el corazón de los más pequeños:
A de animación
E de entusiasmo
I de intuición
O de organización
U de Upaaa, si eso se crece
«El Papa Francisco recuerda que la formación no se trata solo de adquirir conocimientos, sino de prepararse para vivir una experiencia de encuentro profundo con Jesús. Tenemos insuficiencia doctrinal. Es necesario conocer la Verdad, pero aparte de conocerla hay que amarla, servirla, darla a conocer a los demás. "lucha por la Verdad hasta la muerte y el Señor Dios combatirá por ti” (Ecl 4, 33) … El grupo, para ser fecundo, debe ser una estructura de formación, pero con vistas a una mayor irradiación, con espíritu de conquista. En nuestro caso, debemos conquistar la mente y la atención los niños, pequeños destinatarios y al mismo tiempo protagonistas» (Doc. La Formación Misionera – AB).
Gratitud y cariño por una vida donada al Evangelio y a la misión
El viernes 29 de noviembre, en la Casa Provincial de la Comunidad de las Hijas de María Auxiliadora, el barrio La Soledad-Teusaquillo (Bogotá), esta Arquidiócesis, a través de la Diaconía de la Esperanza, rindió homenaje a la hermana Luz Amparo Bustamante Mejía, en reconocimiento y gratitud por su generoso y comprometido servicio.
Acompañaron el obispo auxiliar de Bogotá, monseñor Edwin Vanegas; el director general de las Obras Misionales Pontificias- OMP, el padre Samir de Jesús García Valencia; laicos, sacerdotes y religiosos que caminaron con ella en el desarrollo de la Infancia y Juventud Misionera en esta iglesia particular.
Mensajes de cercanía, admiración y profunda gratitud marcaron el homenaje en el que monseñor Edwin Vanegas, en nombre del cardenal Luis José Rueda, arzobispo de Bogotá, destacó el aporte de la religiosa en el fortalecimiento de la conciencia y espíritu misionero en niños, niñas, adolescente y familias, que hoy sirven de manera comprometida a la Iglesia y continúan animando la fe en las comunidades.
“Usted ha sido para quienes la conocen una inspiración”, manifestó el obispo, agregando que, si bien, en esta tarea “No es uno, si se necesita de unos que inspiren, y usted hace parte de ellos”.
A su turno, la hermana Magda Liliana Cruz Gómez, vicaría para la Diaconía de la Esperanza en esta Arquidiócesis, se sumó a las expresiones de agradecimiento y reconocimiento de los frutos de la misión de la hermana Amparo, manifiestos en vocaciones religiosas, sacerdotales y familias misioneras. Aseguró, además, que la semilla sigue y seguirá dando frutos.
“Esta es una vida que también se tendría que escribir para que otras vidas se den cuenta de la gran labor y misión, que se puede hacer cuando uno ama al Señor con tanta pasión, con tanta entrega”, señaló.
Laicos y sacerdotes, entre ellos el padre Samir, también expresaron la alegría de ser testigos en este camino de servicio. Así como el aporte que la religiosa y su congregación han brindado a las Obras Misionales Pontificias, en Colombia y en el mundo.
Visiblemente emocionada, la hermana Amparo agradeció este gesto y homenaje. Así como la placa recibida y animó a continuar fortaleciendo la cercanía de la Iglesia con los niños, niñas y adolescentes, con sus familias, y despertando en ellos un espíritu misionero.
A continuación, la hermana Amparo comparte la manera en que la IM se soñó y empezó a estructurarse en la Arquidiócesis de Bogotá:
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