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Un acuerdo nacional

7 de octubre de 2024
Imagen:
Expansión.mx

Casi desde la llegada al poder del actual gobierno se ha planteado la necesidad de construir un acuerdo nacional sobre los temas más importantes de la vida colombiana. Recientemente, el Ministro del Interior ha hecho una presentación del mismo, que, aunque evidentemente muy tardío pues ya van más de dos años del actual gobierno, puede aportar elementos para mejorar al menos el clima de convivencia en el país.

Propone el Gobierno nacional que el acuerdo gire en torno a cinco temas principales: seguridad y erradicación del ejercicio de la política, respeto a las reglas electorales y al calendario electoral, transformación territorial de los municipios más afectados por el conflicto, crecimiento económico con equidad y transformación de la economía, compromiso con la deliberación argumentada y trámite en el Congreso de las reformas sociales. Todo un catálogo de buenos propósitos que ojalá llegue a traducirse en acciones concretas y prácticas.

La época presente, no solo en Colombia, sino en el mundo entero, es un poco reacia a los acuerdos y está más inclinada a vivir en la llamada polarización. Fruto de ella es el empobrecimiento del diálogo, la pérdida de posibilidades para las soluciones pacíficas de los conflictos y, al final, también la marginación de amplios sectores de la sociedad que no tienen voz en ese escenario. 

Por eso es importante que las instancias e instituciones que la vida democrática tiene establecidos para la discusión con altura de los grandes problemas de la nación funcionen correctamente, verbigracia, el congreso, las asambleas departamentales, los cabildos, las juntas vecinales, los gremios, las asambleas eclesiales, todo esté operativamente activo para ventilar la entera vida nacional. Y también los medios de comunicación, con un ejercicio objetivo, equilibrado y ponderado, deben seguir haciendo parte de la discusión nacional.

Y después de discutir lo humano y lo divino, hay que pasar al campo concreto de las realizaciones. Este y los anteriores gobiernos tienen montones de planes escritos en papel y lastimosamente muchas ideas allí han quedado. También ha sucedido con los temas de la paz, de los cuales se han escrito verdaderas enciclopedias. Lo importante es que, en cabeza del gobierno nacional, y en colaboración con todos los actores de la vida colombiana, se proceda a dar paso a verdaderas acciones de desarrollo, de creación de riqueza, de acompañamiento a la población vulnerable, de apoyo real a quienes trabajan por el bien del país. No es claro por qué Colombia no se ha tomado el trabajo de mirar cómo han hecho otros países que hasta hace unas décadas eran más pobres que este y hoy están en el mundo desarrollado, como, por ejemplo, Taiwan, Singapur, Corea. Hay muchos por aprender.

Y no dejemos de anotar lo obvio: el acuerdo nacional requiere mucha decencia de todos para suprimir la costumbre pública de andar insultando a todos los contradictores, o la amenaza constante con la violencia, o la venganza con el uso indebido del poder que cada uno ostenta, bien sea político, económico, comunicativo. 

Se pueden escribir muchas páginas de buenos propósitos, pero si la actitud de las personas que tienen en sus manos la suerte de Colombia no es más racional y civilizada, todo seguirá igual. 

Por su parte, la Iglesia católica seguirá luchando para que los diálogos improbables lleguen a ser posibles. Sus puertas y sus miembros están listos para ofrecer un recinto, unas mesas, unas sillas y un ambiente en el que todos puedan hablar con sinceridad y respeto. Y tal vez tomarse un tinto sin miedo a que esté muy cargado.

Oficina Arquidiocesana de Comunicaciones
Fuente:
Dirección- El Catolicismo.com.co
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